«Las tropas iraníes nos retuvieron dos veces cuando transportábamos petróleo»

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

PADRÓN

MONICA IRAGO

Manuel Martínez Calvo, que se jubila como capitán marítimo de Vilagarcía, llegó a la Administración tras una trepidante carrera en los momentos más delicados del golfo Pérsico

20 nov 2021 . Actualizado a las 22:05 h.

Manuel Martínez Calvo (Padrón, 1952) ofrece la apariencia de un hombre tranquilo, alejado de cualquier estridencia. Lo cual no quiere decir que no se haya pasado noches enteras en vela, pendiente de algún buque a la deriva, azotado por los temporales cerca de Corrubedo o en la misma boca de la ría, coordinando el trabajo de los remolcadores para conseguir alejarlo de la costa y aguardar el momento propicio para llevarlo a puerto. Capitán de la mercante, se jubila después de 47 años consagrados a la mar. Primero como marino en ejercicio para, a continuación, aplicar su experiencia al ámbito de la Administración pública. En febrero cumpliría diez años al frente de la Capitanía Marítima de Vilagarcía, la institución que vela por la ordenación y la seguridad de la navegación en el conjunto del mar de Arousa, cargo al que llegó en el 2012, procedente de la Escuela Oficial Náutico-Pesquera de Ribeira, en la que trabajó durante 19 años, la mitad de ellos como su director.

«El marino —explica— lo es para siempre. La mar o te coge o te expulsa. Si cuando empiezas no te gusta, te vas inmediatamente. Pero si de verdad te apasiona, como a mí, es para toda la vida». Su primer desempeño en tareas de gestión llegó en 1992, al hilo del accidente de Mar Egeo bajo la Torre de Hércules. «Buscaban un capitán para llevar las reclamaciones, me presenté y estuve un año dedicado a este cometido, muy complicado, antes de aprobar las oposiciones para la escuela de Ribeira». Que el futuro responsable de Capitanía lidiase con los hidrocarburos no fue ninguna casualidad. Capitán de la marina mercante desde 1980, Manuel Martínez probó fortuna en la naviera Transmediterránea para «conocer el mundo del barco de pasajeros» antes de enrolarse en una compañía que operaba bulk carriers, un tipo de graneleros. «Transportábamos bovinas, raíles, granalla, fosfato y cereales, aunque la empresa también tenía buques con tanques químicos para el movimiento de ácido sulfúrico».

De Italia a Francia, puertos del Atlántico y del Mediterráneo, navegaciones con fosfato desde Casablanca a la Península, transportes en el Mar del Norte. «Pero se me hacía corto. A mí me tiraban los petroleros y me fui a ese tipo de buques», recuerda Martínez Calvo, que inició, así, una trepidante trayectoria plagada de anécdotas y momentos muy difíciles. Transportar petróleo en el golfo Pérsico durante la guerra que enfrentó a Irán e Irak entre 1980 y 1988, y la invasión de Kuwait por parte del régimen de Sadam Huseín en 1990, que desató la operación Tormenta del Desierto —«la madre de todas las batallas», en palabras del líder iraquí—, no era ninguna tontería. «Fue una odisea. Hacíamos las cosas muy a conciencia, porque podían dispararte o incendiarte el buque. Nosotros íbamos a buscar petróleo al mismo Irán, cuyas tropas llegaron a retenernos dos veces». De aquel tiempo, el capitán guarda, también, recuerdos menos dramáticos: «En una ocasión nos ordenaron fondear, el práctico era inglés y se pasó dos días a bordo, durmiéndola, hasta que tuvimos que meterlo en la ducha con agua fría para que espabilase. Hay que recordar que en los países árabes el consumo de alcohol no está tolerado». Una serie de problemas financieros acabaron forzando el embargo de aquellos petroleros, primero en Algeciras y después en Plymouth, donde la tripulación superó seis meses de huelga antes de ser expulsada por el Gobierno británico, no sin quedarse antes con el barco.

Aquello marcó el final de su etapa activa en la mercante. «A mí me gustaba muchísimo navegar. Es una vida muy bonita. Pero llega el momento de casarte, de tener hijos, y la familia te tira para volver a tierra», confiesa en su despedida el veterano lobo de mar.

Martina Miser

Homenaje a una trayectoria de 47 años. Manuel Martínez recibió ayer un homenaje por su jubilación en el Parador de Cambados. «Siempre —subraya— quise proponer una solución, y eso es precisamente lo que más agradezco a todo el mundo durante estos años, su predisposición para llegar a acuerdos».