Es este un país en el cual el político está siempre bajo sospecha y, encima, en cuando toma posesión le caen las del pulpo por ser responsable de todos los males del planeta desde el diluvio. Por ejemplo, en un reciente post en Facebook referente a la estatua del peregrino en Padrón alguien aprovechaba para disparar contra el alcalde a cuenta de un basurero. Aquí arreglamos el mundo en cinco minutos, agárrame el cubata y te lo demuestro.
Solo hay que pasar una semana en Gran Bretaña con políticos de allá y comprobar que, además de que no todos son Boris Johnson y sus fiestas en la pandemia, gozan del respeto ciudadano. Lo comprobó in situ hace unos días una comitiva coruñesa en la que figuraban dos políticos orosinos, Antonio Leira y Manuel Mirás. Comprobaron también el esfuerzo de pequeños y variados grupos de voluntarios que han identificado y señalizado el Camino Inglés desde su comienzo en el priorato de Durham hasta la impresionante catedral de Ripon, un centenar de kilómetros. De ello dan fe otros miembros de la comitiva, como Ildefonso de la Campa (director del Xacobeo) y Bernardo Fernández (alcalde de Pontedeume y diputado provincial). De la Campa comentaba, mitad complacido y mitad asombrado, cómo esos voluntarios habían logrado que a la inauguración de la primera señal de piedra en Gran Bretaña hubieran acudido el pasado martes no solo autoridades locales (presidenta del condado, alcaldesa, concejales) sino la mismísima representante del rey Carlos.
Y a los que se quejan aquí, empezando por algunos dueños de albergues y de pisos turísticos, una recomendación: que se remanguen y trabajen por el Camino como esos políticos que la semana pasada dieron ejemplo.