El juego añorado de muchos padres

ROIS

MERCE ARES

En directo | Primer Torneo de Scalextric del San Isidro de Rois La principal novedad del programa festivo atrajo a niños y a mayores, aunque muchos de estos últimos posiblemente se quedaron en casa con las ganas

13 may 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

El Scalextric revolucionó ayer a los niños y no tan niños de Rois. El primer torneo que dedica el Concello a este juego, según algunos, o afición, de acuerdo con otros, resultó un éxito, sobre todo entre los adolescentes, aunque muchos padres y mayores se quedaron con las ganas de coger el mando. Y es que, como decía uno de ellos, es el juego que a muchos le hubiera gustado tener en su juventud y no pudieron. Por entonces, era un «lujo», allá por la década de los 60 y 70, cuando comenzaron a estar de moda aunque su aparición data de mucho más atrás, en torno a 1920. El torneo de Scalextric fue una de las novedades de la programación del San Isidro de Rois y no defraudó, ya que contó con la participación de 24 jugadores, repartidos en dos categorías: mayores y menores de 14 años. El montaje corrió a cargo de la asociación AMS de Santiago, que también compite a nivel autonómico, español y europeo. Paralelamente a la competición, la asociación desarrolla una labor de promoción del mundo del Scalextric, mostrando que es accesible para todos los públicos. No obstante, el colectivo de Santiago no lo ve tanto como un juego, si se tiene en cuenta que cualquier coche de los utilizados ayer cuesta 40 euros. Los de competición ya tienen un precio increíble: 300 euros. Puede jugar cualquiera, no importa su edad o condición, pero generalmente atrae más al género masculino. Y esta norma también se cumplió ayer en Rois, donde niños y jóvenes, mayoritariamente, disfrutaron con los entrenamientos y las primeras pruebas clasificatorias, para disputar hoy la final, todo ello en el pabellón de Dices. Los más pequeños hicieron sufrir un poco a los organizadores ya que, con cuatro o cinco años, no controlaban muy bien el acelerador y más de una vez se les fue la mano y, por tanto, el coche fuera de la pista. Lo curioso es que, posiblemente, ese mismo juego, ya sea de menor tamaño y de otros colores, lo tengan en sus casas, quien sabe si aparcado o aburrido. Y es que los padres que no lo pudieron tener en su época se lo compran ahora a sus hijos para jugar con él, quizás más ellos que los propios descendientes. Ayer algunos mayores tuvieron la oportunidad de hacer realidad un pequeño sueño, pero muchos no se atrevieron a participar, quien sabe si por vergüenza a que los vieran disfrutar como niños. Les quedó el consuelo de preguntarles qué tal les fue y cómo ven eso de conducir.