No queda ni un solo tablao, ni tampoco karaokes, encubriendo la actividad de discotecas
16 may 2019 . Actualizado a las 17:51 h.La movida nocturna de Santa Comba, ahora de bajón, alcanzó dimensión nacional cuando trascendió que entre sus múltiples locales había 43 tablaos flamencos, casi tantos como en toda Andalucía. Algo de leyenda hay, porque en rigor esa cifra era la de establecimientos que acumulaban algún tipo de denuncia, «pero licencia de tablao la tenían solo siete u ocho», confirman desde el Concello xalleiro. Ahora no queda ni uno solo, tampoco karaokes.
La inhabilitación por prevaricación del exregidor popular José Toja y el severo seguimiento que hicieron los empresarios de discoteca acabaron con una práctica claramente fraudulenta, y los nuevos hábitos de ocio hicieron el resto, de forma que unos y otros, además de bares y pubs, han acabado cerrando sus puertas y algunos locales, pocos, se van recuperando para otro tipo de negocios.
La movida de Santa Comba flojea igual que ocurre con la de Ordes o incluso en las ciudades, donde los locales de hostelería nocturna han acompasado sus cierres con los de miles de comercios, como se puede apreciar en A Coruña, Vigo o Santiago. «En Galicia hay varias zonas de marcha que están muertas porque nada de lo que ha ocurrido en los últimos años nos ha beneficiado», lamenta Samuel Pousada, presidente de Fesdiga. La lista de causas es larga: la crisis económica, por supuesto, pero también la ley antitabaco, con una aplicación errática; el botellón, que se alimentó de los menores que no pueden beber en los locales; las estrictas normas de alcohol al volante y los controles, que dinamitaron la movilidad en las comarcas; y las deslealtades empresariales, que acabaron por destrozar a un sector que nunca ha actuado unido, lo que permitió a las Administraciones legislar sin demasiados miramientos ni resistencias. A todo ello se suman la digitalización y los cambios de hábitos de los jóvenes, con más alicientes en casa que en la calle. «Ya ni ligan en los bares», recuerda Pousada, que está convencido de que el nuevo decreto «vendrá bien, pero siempre que se cumpla». A expensas de que los concellos hagan su trabajo de actualización y control, algo se habrá ganado, ya que la Xunta tendrá por primera vez un registro detallado de todas las actividades y locales abiertos.