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«Es más importante el trato con el paciente que el tratamiento»

SANTIAGO CIUDAD

En 1956, Andrés Blanco del Río se convertía en estomatólogo; hoy, sus dos hijos son los presidentes de las sociedades de periodoncia y gerodontología

25 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

«Somos estomatólogos, no odontólogos». Andrés Blanco del Río deja clara la diferencia antes de comenzar la entrevista. Y es que cuando él decidió dedicarse a la salud bucal, había que licenciarse primero en Medicina y luego cursar la especialidad. En la década de los 50, tras pasar por la Universidade de Santiago, se fue a Madrid, a estudiar en la escuela de estomatología. Después, regresó a Galicia y abrió su primera consulta en la comarca de Barbanza. Allí prestó sus servicios hasta el año 2006, compaginando las consultas en varios pueblos de la zona con la que abrió en Compostela.

Sus dos hijos siguieron su estela, y el mayor, Andrés Blanco Carrión, heredó la consulta ubicada en el número 4 de República del Salvador. Juan, por su parte, abrió su clínica a pocos metros de la de su hermano. Concretamente, en el edificio de enfrente. Afirman que lo que vieron en casa les condicionó a la hora de escoger profesión. Su padre aclara «nunca los presioné para que estudiaran una cosa o la otra». Juan era el que menos claro lo tenía. «Siempre me gustó la Medicina», explica, pero no tenía claro si escoger o no estomatología como especialidad. Al final, la saga familiar pudo. Y es que ellos tres no son los únicos que se dedican a sanar bocas. Andrés y Juan tienen otra hermana, María del Carmen Blanco, que ejerce como ortodoncista en Madrid. La esposa de Juan, Isabel Ramos, es profesora en la Facultade de Odontoloxía de Compostela. El hijo mayor de Andrés Blanco, también llamado Andrés, estudia ya cuarto de Odontología en Madrid. Y Diego Blanco, su otro hijo, está estudiando Medicina.

Para sacar adelante sus estudios, Andrés Blanco del Río les echó siempre un cable a sus hijos, que reconocen que alguna duda sí que le plantearon. De todos modos, su padre explica que «después ya no me preguntaban porque sabían más que yo».

Una de las cosas más importantes que el patriarca de esta saga les enseño a sus retoños fue que el trato con el paciente es siempre lo más importante. «Hay que tener mucha paciencia», afirma Blanco del Río, ya jubilado tras 52 años al servicio de la salud bucal. Su hijo Andrés, que es odontólogo general, aclara que a veces «es más importante el trato con el paciente que el tratamiento».

Los tres tienen claro que ha habido un cambio en la importancia que la gente le da al buen estado de la boca, sobre todo porque «ahora ya no duele», matiza el padre, pero que aún así, la mayoría de ellos solo acuden al dentista cuando el dolor no les deja hacer vida normal. Solo un 20%, más o menos, acude a realizarse revisiones periódicas, y muchas veces «hay que estar encima» para que se sienten en la consulta a hacer una limpieza y revisar el estado de los dientes.