El festival despidió su primera edición en A Quintana, donde música y baile se reencontraron en un fin de fiesta de cinco horas que incluyó un auténtico serán y tres conciertos de altura
27 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.La Berenguela había marcado ya las ocho de la tarde y en A Quintana todavía quedaban cinco horas de fiesta por delante de la mano del TradFest, un festival que desde por la mañana llevó a la ciudad a un viaje de ida y vuelta. De reencuentro con el pasado y de puesta en valor desde la actualidad. Eso fue lo ocurrió, precisamente, en el palco grande de las Festas do Apóstolo durante este fin de fiesta, que incluyó un auténtico serán y tres conciertos de altura.
Un grupo de jóvenes compostelanos, Os da Porfía, se ocupó de animar las últimas horas de la tarde con el espectáculo HerDanzas, para el que contaron con el apoyo de más de sesenta mujeres de distintos lugares de Galicia, con el apoyo de algún cantareiro entre ellas. Las pandereteiras de A Ermida (Pazos de Borbén), fueron las encargadas de abrir fuego. «Foron pioneiras en recuperar os seráns, alá polo ano 1989, e podemos dicir que grazas a elas a nosa música e bailes permanecen vivos», destacaba el presentador del serán. Tras el quinteto pontevedrés, vendrían otros grupos de Arcos, Gargamala, Toutón... Un soplo de autenticidad y espontaneidad, en armonía con la segunda parte del concierto, a cargo de los compostelanos, que tanto se visten el traje regional como se ponen unas americanas floreadas para sacar el mejor de sus repertorios, como sucedió ayer.
Si el objetivo era poner a bailar a la plaza, pueden darlo por superado. En filas, en corrillos, agarrados... A Quintana de Mortos revivió. Adultos y niños levantaron los brazos en medio arco y se dejaron llevar hasta que cayó la noche en el nuevo festival impulsado por La Voz de Galicia con la colaboración del Concello de Santiago, el Xacobeo 2021 y Galicia Calidade.
Tras Os da Porfía, vino el preestreno del concierto inaugural del Festival de Lorient. El centenar y medio de músicos y artistas que participaron en él lograron la ovación del público.
El último capítulo evocó otro viaje de ida vuelta, el que hizo para dar a conocer la música balcánica la legendaria banda Fanfare Ciocarlia. Pura explosión. Entregados, como siempre. Vibrantes. No dieron respiro y transportaron en su éxtasis musical a Compostela hasta otras latitudes. A su pequeña aldea, Zeca Prajini, en el noreste de Rumanía. Sería el último viaje de la jornada, pero quedan aún muchos por hacer.