El barrio de Fontiñas, en Santiago, requiere un repaso a fondo de sus calles, aceras y mobiliario

SANTIAGO CIUDAD












Salvo el mimo diario que reciben sus jardines, el barrio denota abandono
20 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.No es un problema exclusivo de Fontiñas. Ni mucho menos. Pero en sus más de 30 años de historia el barrio ha envejecido peor que otras zonas de la ciudad. Su nombre ya dejaba claro que el terreno sobre el que se asentó requería de unas técnicas constructivas capaces de drenar el agua de su subsuelo. Pero, a la vista de lo que ocurre en sus calles, está claro que las aguas subterráneas están trabajando más de lo deseable. En las rúas Londres y Lisboa hay ejemplos de como el suelo va cediendo, el pavimento se hunde y el asfalto se resquebraja. En la rúa París, donde cada sábado se celebra el nuevo mercadillo, las grietas van en aumento. Y debido a las obras de la avenida de Lugo, las rúas Londres y Berlín presentan un serio deterioro, supuestamente por el paso de tráfico pesado. La rúa Madrid tampoco tiene el aspecto de un barrio que se levantó en los años 90.
Ni siquiera las aceras están libres de problemas. Un paseo por la rúa París descubre situaciones sorprendentes. A lo largo de la calle colocaron varios conjuntos de bancos, formando corrillos, seguramente con la buena idea de que se convirtieran en salas de reuniones al aire libre. Su distribución resultó incluso premonitoria, porque permite guardar la distancia de seguridad. Sin embargo, la suciedad es tal que disuade a cualquiera de utilizarlos. El colmo de todo el abandono se localiza casi al final de la calle, cerca de la rúa Moscova. Un banco de piedra está totalmente cubierto por una capa de tierra sobre la que ha tenido tiempo de crecer un manto verde.
Yincana de baldosas rotas
Tampoco se libran del deterioro las losetas de las aceras. Por suerte la lluvia está dando un respiro, porque caminar por calles como Roma, París y Londres es una yincana entre baldosas rotas y sueltas, y raíces de árboles que levantan las aceras. A todos estos problemas se une un riesgo que no se ve a simple vista pero que preocupa mucho al presidente de la Asociación de Veciños, Luis Meixide. Es el estado de los muros de contención del barrio. En el de la rúa París casi están las obras terminadas, pero los vecinos se preguntan por el estado real del resto de los bloques de piedra del barrio.
Los contenedores merecen un capítulo a parte. Sucios y rotos. Así están la mayoría de los recipientes de superficie. En algunos las bolsas de basura se amontonan alrededor, porque el pedal está averiado y la tapa no sube. Levantarla a mano se convierte en una misión complicada para los mayores, y en un ejercicio poco recomendable. Porque la suciedad puede verse a distancia, pero el covid obliga a ser cautos. Por eso las bolsas están fuera.
También en Fontiñas hay reliquias de aquellos tiempos en los que los móviles eran solo un boceto en las cabezas de los investigadores. Se trata de las cabinas de teléfonos. La que hay en la rúa París no funciona y, por supuesto están sucias y rotas.
Una de las cuestiones que más preocupa a los residentes de Fontiñas es el alumbrado de las vías públicas. En el barrio se prometió hace décadas cambiar las viejas luminarias por lámparas led, sin pero el regalo todavía no ha llegado. El caso es que, por algunas calles a determinadas horas del día, no se ve nada, lo que genera sensación de inseguridad. Fontiñas, por otro lado, es una pequeña ciudad dentro de Compostela. Dispone de todos los servicios sanitarios, educativos y deportivos, y tiene incluso su edificio sin uso. Es la ludoteca, que estuvo abierta unos meses al final del anterior mandato municipal, y ahora está cerrada a cal y canto.