Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

La Pichita y sus tres generaciones dando en Compostela alas a quienes sueñan con ser millonarios

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Los hermanos Jesús y Fernando Pazos dirigen la administración de lotería Pichita, en Santa Clara. Explican que, a pesar de ser año santo, el arranque de la campaña para el gordo de Navidad está siendo flojo porque hay menos peregrinos que otros años haciendo el Camino Inglés, que pasa frente a su negocio.
Los hermanos Jesús y Fernando Pazos dirigen la administración de lotería Pichita, en Santa Clara. Explican que, a pesar de ser año santo, el arranque de la campaña para el gordo de Navidad está siendo flojo porque hay menos peregrinos que otros años haciendo el Camino Inglés, que pasa frente a su negocio. CATUXA PRIETO

Fernando y Jesús Pazos están hoy al frente de esta administración de lotería de gestión familiar

16 jul 2021 . Actualizado a las 07:15 h.

«No abandones tus sueños. Insiste...», dice un cartel en la fachada de la administración de lotería número 10 de Santiago, más conocida como Pichita. El nombre que tanta gracia hace a muchos de los que desconocen su origen, viene del bar que tenían los abuelos de Fernando y Jesús Pazos Quintela. Son la tercera generación dedicada a la venta de boletos del Estado en su familia, que desde los años 50 da alas a quienes sueñan con ser millonarios.

Explica Fernando, el mayor de los hermanos (con 49 y 44 años), que sus abuelos ya ofrecían desde vino hasta boletos de La Primitiva y quinielas de fútbol en el establecimiento hostelero que tenían junto a la iglesia de San Caetano, en los terrenos que fueron luego expropiados para la construcción del edificio administrativo de la Xunta y su entorno. La Pichita se trasladó a la calle de Santa Clara y hace 27 años se convirtió oficialmente en administración de lotería, estando sus padres al frente del negocio. Y todavía queda algún cliente habitual que en su día ya echaba la quiniela en el antiguo bar.

Recuerda Fernando que su abuela jugaba todos los años, durante más de 40, el mismo número en el gordo de Navidad. Reconoce que él también juega, pero visto que ella no tuvo fortuna siguiendo esta estrategia, cada año escoge una combinación aleatoria distinta. Con una administración situada en pleno paso del Camino Inglés, en los últimos años muchos peregrinos han parado en su local para probar fortuna. Sin embargo, este verano la venta para el sorteo extraordinario de diciembre no arrancó a buen ritmo para ellos. «No hay apenas demanda, ni por parte de los peregrinos ni de los santiagueses, que se han ido ya de vacaciones y suelen esperar a diciembre para comprar los décimos del gordo. En comparación a otros años santos, lo de este no tiene nada que ver», indican.

Aunque la actividad es poca, no se han planteado tomarse un descanso estival. Cerrar no es una opción porque «tenemos clientes de toda la vida que siguen viniendo y no les puedes fallar». «Entre la gente de fuera vendes más por reserva que por ventanilla. Piden la lotería por Internet o te llaman de otras provincias para se la reservemos muchos peregrinos que en su día nos conocieron haciendo el Camino y siguen confiando en ti año tras año», apunta Fernando, quien explica que en un negocio como el suyo «ese contacto estrecho cara a cara es importante».