Alberto Hortas: «De todas mis creaciones, mi favorita no es la del Óscar, es una parecida a mi madre»

SANTIAGO CIUDAD

El artista santiagués de efectos especiales de maquillaje, que se dio a conocer por la película «El laberinto del fauno», suma éxitos con las criaturas que crea para cine y televisión. «Participé en la transformación del cómico Joaquín Reyes en personajes como Hulk Hogan o Ferran Adrià», destaca
10 ago 2021 . Actualizado a las 09:07 h.Por las mañanas derrocha creatividad entre máscaras en el taller que montó en A Coruña hace ahora diez veranos. Por las tardes despliega más talento en el parque Eugenio Granell de Santiago, donde idea y dibuja figuras realistas o fantásticas que luego moldea. «Aquí me inspiro», destaca Alberto Hortas, el compostelano de 41 años que ha hecho de los efectos especiales de maquillaje su modo de vida, una pasión que desde niño no pasó desapercibida. «Con la videocámara de mi padre ya hacía incursiones domésticas en el cine. Mi madre era profesora de matemáticas en el Xelmírez I, pero también le encantaba hacer disfraces y maquillar. De ahí me viene el gusanillo», apunta al explicar su vocación temprana. «Mientras estudiaba, vi un anuncio de un curso de efectos especiales en la Sala Nasa en el que salía un hombre con un brazo ardiendo. Eso me alucinó. Había una profesión que juntaba todo lo que me gustaba. En el recreo salí corriendo hacia allí», remarca al evocar unos comienzos que le condujeron a la escuela Mestre Mateo, por escultura y, años después, a Belas Artes, unos estudios que ya alternó con distintos trabajos.
En Madrid y Barcelona se inició en las empresas de efectos especiales más punteras. «Con 20 años hice con Reyes Abades mi primer trabajo en una película. Fue en El espinazo del diablo, de Guillermo del Toro. Años después, me llamó el estudio DDT para El laberinto del fauno, el filme con el que ese director colocó nuestra profesión en un pedestal. Yo colaboré modelando el personaje del sapo y en el propio rodaje. Cuando vi que se llevaba el Óscar a mejor maquillaje la alegría fue inmensa, y eso que a mí solo me pertenecía una pequeñísima parte», subraya con humildad antes de rememorar más trabajos que le dieron eco. «Gané experiencia en maquillaje al trabajar para el programa Muchachada Nui, cuando su humor aún era más surrealista. Participé con mis compañeros de Plan 9 FX en la transformación del cómico Joaquín Reyes en personajes como Uri Geller, Hulk Hogan o Ferran Adrià», admite divertido. «Para el programa Anónimos de La Sexta caracterizamos hasta lo irreconocible a famosos como Paula Vázquez o Iñaki Anasagasti. Lo más complicado es lograr que aguanten durante cinco horas un molde de donde creamos un maquillaje de silicona. Uno nos dijo que eso era más duro que ir a un reality», bromea. «Fueron años muy buenos, pero yo quería volver. Tenía claro que la calidad de vida está en Galicia, donde, además, nunca dejé de trabajar. Mi primer taller fue en el sótano de la casa de mis padres, cerca de Santiago. Por allí pasaron actores como María Mera, a quien hice una réplica hiperrealista. Me enorgullece que haya gente que al ver fotos de esa cabeza de mentira piense que es real. Me preguntan: "pero isto é falso?"», enfatiza.
En el 2011 se decide a montar ya su propia empresa. «Busqué locales en Santiago pero, por precio, me convenció uno de A Coruña. Ahí abrí 4 Ojos Estudio, un nombre que ideé junto a mi tío, un dibujante de La Voz que también era miope», aclara al hablar ya de su taller donde da cursos de maquillaje, a los que acude gente de México o Portugal, y crea todo tipo de criaturas, tanto para el mundo audiovisual, con trabajos para directores como Oliver Laxe o Dani de la Torre, como para distintos clientes. «No deja de ser curioso que lo que más repercusión tuvo en redes fue una máscara de la duquesa de Alba que me pidieron para un carnaval», desliza riendo. «Tengo obras en localidades como Zaragoza o Gijón. Algo bonito fueron las esculturas que hice para el Museo de la Trashumancia de Ávila, donde recreé, entre otros, a un pastor. De todas mis creaciones mi favorita no es la del Óscar sino la de una campesina que me salió parecida a mi madre. Aunque intentes evitar rasgos familiares, es difícil», confiesa con emoción al recordar a sus padres fallecidos.
«Para crear figuras también me quedo con rasgos que veo por la calle. De un pontevedrés que tenía la cabeza hinchada creé El hombre bombilla, otra de mis mejores obras. Un día caricaturicé así a un amigo y fuimos a un centro comercial. Imagínate las caras de los que nos cruzábamos al ver a alguien tan extraño y a la vez real», resalta divertido al recordar sus vivencias en Santiago, donde también firmó una réplica del exjugador del Obradoiro Alberto Corbacho, que luce en Sar. «Aquí está mi gente. Me ilusiona ir a la escuela Mestre Mateo y ver que aún guardan recortes sobre mis obras. Por ahora no dudo en donde vivir», acentúa.