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El atracador de un estanco y una farmacia de Santiago, que lleva cuatro años en prisión, pide una oportunidad: «No sé lo que es un módulo de respeto»

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Samuel Jiménez Bentos, a la derecha de la imagen, durante el último juicio que ha tenido que afrontar por robo con fuerza en la Audiencia Provincial de Santiago
Samuel Jiménez Bentos, a la derecha de la imagen, durante el último juicio que ha tenido que afrontar por robo con fuerza en la Audiencia Provincial de Santiago CENAMOR

Samuel Jiménez, uno de los delincuentes compostelanos más conocidos, acepta un año de prisión por asaltar una lavandería, pero no lo cumplirá si sigue desenganchándose de las drogas

25 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Samuel Jiménez Bentos no es un nombre más en el universo delincuencial de Santiago. Pocos son más conocidos que él en la Policía Nacional, por lo que cuando llegó a los juzgados de Fontiñas para un nuevo juicio acusado del robo con fuerza en una lavandería de la avenida de Ferrol los agentes le trataban de tú y se interesaban por él como el que pregunta a un conocido que lleva tiempo sin ver. «Qué delgado estás, Samuel. ¿Estás entrenando?». El negaba con la cabeza moviendo de lado a lado una gorra beisbolera y agitaba inquieto los pies con ganas de ver en el pasillo a su madre y a su mujer porque hace solo quince días falleció su padre. La señora pudo acercarse unos segundos, suficientes para ver brotar unas lágrimas en los ojos de su niño descarriado y zanjar con un «tranquilo, hijo» la cuestión. Hasta el más duro entre los duros se ablanda entre rejas y al volver a ver a la familia.

La escena se produjo en el vestíbulo de la sala de vistas de la Audiencia Provincial, donde Samuel se jugaba otros seis años por robo con fuerza, otra condena que sumar a los más de nueve que ya cumple por el atraco al estanco de Lavacolla y por asaltos a farmacias. En este caso, le acusaban de reventar la máquina del cambio de una lavandería para llevarse un nimio botín de 230 euros pero causar daños por más de 1.600. En el banquillo, junto a él, se sentaron Christian Barrul y Fátima Montoya. El primero también está en prisión, por lo que llegó junto a Samuel esposado y custodiado por la policía. Ambos fueron juzgados el año pasado por un caso idéntico en otra lavandería de Conxo en el que él resultó absuelto porque no se le veía la cara en las grabaciones de las cámaras de seguridad. Ella tuvo menos suerte y fue condenada a dos años por vigilar la entrada del local mientras los ladrones lo asaltaban.

En esos minutos en los que los abogados negociaban con la Fiscalía un acuerdo de conformidad, los agentes compartieron anécdotas a raíz de la delgadez de Samuel. «Creo que tenéis en prisión el mismo cátering que nosotros en la Academia, así que no me extraña que no comas», le comentaba entre risas un agente. Otro se interesaba por cómo les iba en la cárcel y daba ánimos a Christian cuando relataba que trabajaba en Teixeiro, que jugaba al fútbol sala y que tenía una rutina que le estaba ayudando. Tenía buen aspecto y la ilusión de poder salir pronto a la calle y comenzar una vida nueva alejada de un pasado marcado por la delincuencia.

Samuel, sin embargo, llevaba en su rostro la pena por el reciente fallecimiento de su padre y por una vida en prisión que cada vez se le hace más cuesta arriba. Cuando su abogada se interesó por él, explicó que quiere cambiar de cárcel porque no le dan la oportunidad que le gustaría tener. «Yo no sé lo que es un módulo de respeto, siempre me han tenido en el de conflictivos», relataba a la letrada.

Jiménez Bentos es un delincuente multirreincidente con muchos antecedentes y condenas a sus espaldas, pero daba la impresión de querer cambiar. La Justicia sí le concederá la oportunidad que cree que no le están dando en la cárcel. La Fiscalía aceptó un acuerdo por el que rebajó de seis a solo un año la pena de cárcel y además se le suspenderá, por lo que no se le sumará a las que ya está cumpliendo siempre y cuando pague su parte de la indemnización a los dueños de la lavandería, no vuelva a delinquir y mantenga el tratamiento de deshabituación de las drogas que está siguiendo en prisión. Aceptó. En unos años veremos si merecía o no la confianza.

La misma pena aceptaron también los otros dos acusados. Un año de cárcel y a ellos se le suspenderá la pena porque en el momento en el que se produjo el robo de la lavandería, el 22 de diciembre del 2019, no tenían antecedentes. Eso sí, tendrán que pagar su parte de la indemnización (salen a 543 euros cada uno, más los intereses) y no volver a cometer delitos durante dos años.