Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

Sor Alicia Lourido: «La gente de Santiago siente y vive como propia la Cocina Económica»

Irene Martín SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Sor Alicia está al frente de una comunidad de siete religiosas
Sor Alicia está al frente de una comunidad de siete religiosas XOAN A. SOLER

Algunos usuarios del comedor social consideran a la monja como su madre

18 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«Cuando me dieron el destino aquí, me asusté porque no había estado nunca en comedores sociales; pero la acogida fue buena, me adapté pronto y me siento muy querida por los usuarios». Así se expresa sor Alicia Lourido García (A Coruña, 1946), directora de la Cocina Económica desde hace cinco años. Venía trasladada de un centro de personas con discapacidad de Lugo, donde hay grandes dependientes: «Era un trabajo duro, pero bonito, porque esa gente quiere de verdad. Cuando no te fijas en lo que les falta, sino en lo que tienen, también ellos te aportan a ti. Fue una experiencia preciosa. Y aquí es igual. Yo me paseo mucho por el comedor, me siento en cada mesa y al hablar directamente con ellos, te cuentan sus cosas. Algunos me dicen que me consideran como su madre. Hay mucha soledad».

Alrededor de doscientas personas comen a diario por un euro, algo más de la mitad cenan y unas sesenta van a desayunar por cincuenta céntimos en sendas refecciones. «No es que cobremos. Se trata de una colaboración simbólica que es dignificante para ellos», se apura a precisar sor Alicia, que por otra parte lamenta que en los últimos tiempos están apareciendo muchos usuarios nuevos, «latinos» sobre todo. Y añade que creció el número de mujeres y jóvenes. «Desde el año pasado, viendo la demanda, también aceptamos niños fuera del horario escolar, pero siempre acompañados de un progenitor o tutor legal. Desde que hay menores, los mayores son más respetuosos en el comedor; aunque, en general, hay buen ambiente, pero si alguien se altera se le sanciona con días sin venir. A veces hay discusiones por la cola», advierte. Según los estadillos de la entidad, el 8 % de las personas dadas de alta este año presenta cargas familiares, en su mayoría mujeres.

Astorga, León, Gijón, Carballo y Lugo fueron los destinos de sor Alicia hasta llegar a Santiago. Trabajó mano a mano con los gitanos y los moinantes: «Con los gitanos nunca tuve problemas. Tuve el privilegio de asistir a bodas suyas, algo que no es corriente. En Gijón organicé la Cáritas de la parroquia de San Juan Bautista de Tremañes, el barrio más temido de la ciudad, en 1980. Eran sobre todo gitanos portugueses. Y hasta me llevé bien con los moinantes de Carballo. Estos sí que son de temer». La inquietud religiosa de Alicia le viene desde «muy pequeña», iba «a gusto» a la catequesis y a los grupos de acción católica y acabó participando en la Juventud Obrera Cristiana (JOC) en unos tiempos en que no estaba bien visto, «porque se defendía al obrero», matiza. «Mi vocación nació en la JOC. Íbamos a un barrio de chabolistas a llevarles lo que necesitaban, tras una colecta que hacíamos entre nosotros, aprendiendo así a desprendernos de lo nuestro. La elección de las Hijas de la Caridad se debió al ejemplo que vi en ellas. Hospitalizado mi padre debido a que se había quemado en la fundición, vi cómo atendían aquellas hermanas a los enfermos. Pero no me fue fácil hacerme religiosa, porque mi madre se oponía. Ella decía que me perdería para siempre», explica sor Alicia, nieta de un dirigente socialista que se exilió en Francia al que no llegó a conocer, pero que mantiene lazos estrechos con esa rama familiar.

Los servicios que presta la Cocina Económica, ubicada en el casco histórico, han experimentado un «notable incremento» este año con respecto al anterior. Desayunos, de 12.244 a 14.152; comidas, de 52.300 a 65.141; y cenas, de 28.328 a 34.535. También dispone de duchas para el aseo de los usuarios, así como un centro de acogida de día. El sostenimiento de la institución se sufraga en un 60 % con donativos, ya sea en dinero o en especie; mientras que el resto se resuelve con ayudas públicas. «La gente de Santiago es altamente solidaria. Siente y vive la Cocina Económica como algo propio. Por aquí viene gente a dar desde lo que necesitan, no desde lo que les sobra», sentencia la directora. Toda una vida de compromiso.