Christian Gálvez: «Me tatué la Alameda de Santiago porque ahí mi mujer, Patricia Pardo, y yo nos pedimos matrimonio»
SANTIAGO CIUDAD
El conocido presentador y escritor escogió hace un mes Compostela para presentar su novela «Te he llamado por tu nombre». «Su protagonista se llama Jacob en homenaje a Santiago», refrenda, demostrando con rincones y eventos el «casi arraigo» que ya le une a la ciudad natal de su mujer. No descarta escribir sobre Santiago
16 dic 2024 . Actualizado a las 09:36 h.Fue hace justo un mes cuando el conocido presentador televisivo y escritor Christian Gálvez eligió Santiago para la primera presentación en España de su última novela, Te he llamado por tu nombre, una narración histórica ambientada en el Jerusalén del siglo I y en la que recorre la pasión de Jesús y reflexiona sobre la pérdida de la fe. «Ese evento, por todo, tenía que ser en Compostela», enfatiza, y repasa el sentimiento de «casi arraigo» que le une a la ciudad donde nació su mujer, la periodista Patricia Pardo, y donde bautizaron, en la capilla de la Corticela, a su hijo Luca, llamado así por el lema común «Luz y Camino». «De Santiago, más allá de por su valor histórico y religioso, me cautivó descubrirlo a través de los ojos de Patricia. Hasta la pandemia no había venido», señala.
«Ya desde que había estudiado en Escocia, y me había acercado a la cultura celta, tenía la espinita de conocer Galicia. Durante el confinamiento, mi productora hizo un documental sobre Patrimonio de la Humanidad en España. Yo tenía que escoger dos ciudades y mi primera opción fue Santiago... Aún así, en esa ocasión, me quedó un sentimiento agridulce. Era increíble poder admirar en silencio la espectacularidad de la Catedral, pero al estar todo vacío —estuve solo, con mi equipo, en el Pórtico—, no me sentía un privilegiado. Faltaba la gente», continúa, reconociendo, cómplice, lo excepcional del momento. «Algo que aprendí en casa, y entiendo, es ese sentimiento compostelano de ver cómo la Catedral, ahora con colas, ya no es solo de la ciudad, sino también del mundo. Aún así, lo que da personalidad a un sitio son los ciudadanos, y los de aquí son muy riquiños», subraya, y rescata rincones ligados a recuerdos.
«Ya junto a Patricia, nuestra primera comida aquí fue en Los Caracoles, en la rúa da Raíña. En el Fogar do Santiso probé los chicharrones... Nuestra primera noche fue en el Hostal dos Reis Católicos. Vivimos en Madrid, pero siempre que podemos, venimos», asiente. «Una parada imprescindible es, en verano, los helados de Manolo Prieto, y, en otoño, sus castañas. Otro sitio que me apasiona es el taller de Zamo Tamay, en la rúa Nova, con su llamativo peregrino que te invita a adentrarte en él. Al principio de la relación, mi mujer me había regalado una pequeña obra de arte suya, y ahora tenemos más y le conocemos», refrenda, deteniendo su emotivo recorrido en la Alameda. «Es un sitio vinculado inexorablemente a Patricia. Ella, de niña, vivía cerca, en la rúa da Senra, una calle también próxima adonde sus padres tenían una de sus tiendas de ropa de mujer. Estudiaba en el IES Rosalía de Castro. Toda su infancia transcurrió en la Alameda que, para mí, es uno de los lugares más especiales del mundo», destaca, y enseña su brazo. «Me tatué su plano porque ahí, en julio del 2022, los dos nos pedimos matrimonio. Fue una madrugada, en el banco que circunda al gran eucalipto, ante la mejor vista de la Catedral. Un punto exacto que en el tatuaje aparece marcado con un punto rojo... Me lo hice de sorpresa en un estudio, ya cerrado, de la rúa Carreira do Conde mientras Patricia grababa una gala para el Xacobeo... Cuando ella lo vio, alucinó y le fascinó», afirma riendo. «Ese mismo julio nos casamos en Madrid», prosigue.
«Al verano siguiente el regalo fue suyo. Logró, en el Apóstol, que yo participase en la comitiva de portadores de la Ofrenda Nacional, en la Catedral», indica, poniendo en valor el componente espiritual que tiene para él Santiago. «En el libro, que nació tras un viaje a Jerusalén, tenía que homenajear a esta ciudad. Fue con el nombre del protagonista, Jacob, un niño que afronta dudas y que asiste al nacimiento del cristianismo. Lo llamé así porque con los Apóstoles ya había muchos Santiago», razona sonriendo.
«Jacob no es Christian, pero sí bebe de sus experiencias... Yo había perdido la fe tras un reportaje en Camboya sobre pederastia, pero con el amor de Patricia la recuperé. Ahora escribo sin miedo de lo que me gusta. Para esta obra, me inspiré en el evangelio de Lucas por ser, para mí, el más completo. Él, además, era un cronista de la época y mi mujer es periodista; se llamaba Lucas y, mi hijo, Luca. No sé si fue casualidad o causalidad», reflexiona satisfecho por la gran acogida de su obra.
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Mientras confía en que el 2025 le devuelva como presentador a la televisión, avanza que no descarta escribir sobre Santiago. «No sé si algo contemporáneo o histórico, pero me encantaría», acentúa.