La dura realidad del turno de oficio: 507 euros por un caso en Santiago con 2.500 folios, seis años de instrucción y tres de juicio

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Rubén Fernández (izquierda) y Juan Alberto Gasamáns, junto a la pancarta que reclama mejoras en el turno de oficio en los juzgados de Santiago
Rubén Fernández (izquierda) y Juan Alberto Gasamáns, junto a la pancarta que reclama mejoras en el turno de oficio en los juzgados de Santiago XOAN A. SOLER

Los abogados de dos de los acusados en el asunto de los nigerianos reflexionan sobre las carencias de la justicia gratuita

29 dic 2024 . Actualizado a las 19:39 h.

El caso de los nigerianos juzgados en la Audiencia Provincial de Santiago acusados de formar parte de un grupo criminal dedicado a la trata de seres humanos y a la prostitución de mujeres es un contundente ejemplo de las injusticias que viven los abogados que forman parte del turno de oficio. Rubén Fernández López y Juan Alberto Gasamáns Iglesias, letrados con muchos años de experiencia, defendieron a dos de los procesados. Lograron su total absolución y trabajaron en condiciones complicadas por la barrera del idioma y las duras penas que solicitaba la Fiscalía, que en ambos casos rondaban los doce años de cárcel. La instrucción duró seis años, con un sumario de 2.500 folios y ocho tomos que tuvieron que leerse para preparar una vista oral que se prolongó tres días. Por ese trabajo cobrarán 507 euros. «En el turno de oficio estamos por vocación, porque es antieconómico», coinciden ambos. La cuestión es hasta cuándo seguirán poniendo sus conocimientos y medios al servicio de la justicia gratuita.

Rubén Fernández lleva en el turno de oficio desde el 2010 y Juan Alberto Gasamáns desde el 2013. Ambos tienen una opinión bien ponderada y exenta de estridencias sobre los problemas que afronta la justicia gratuita. «El Colegio siempre ha reivindicado mejoras y se han producido, esa es la verdad, pero hay que seguir en esa línea porque hay cuestiones que no pueden ser», señala el primero. Por ejemplo, que no esté previsto que los casos complejos como el de los nigerianos cuenten con retribuciones acordes al esfuerzo y tiempo que requieren. «Yo estoy en el turno por la labor social, porque hasta me olvido de pasar los partes, lo que buscamos la mayoría de compañeros es ayudar, nada más», añade el segundo.

Hay otras situaciones que verdaderamente claman al cielo. Por ejemplo, un abogado del turno de oficio que tenga que presentarse en el aeropuerto de Lavacolla para una detención, por ejemplo por un asunto de drogas o contrabando, que no son poco habituales, tendrá no solo que pagar de su bolsillo el carburante, sino también el párking. «Y estamos hablando de un desplazamiento de 30 kilómetros ida y vuelta y de estancias que no son cortas», advierte Fernández.

Las guardias no están retribuidas. Solo los casos que surgen, pero los abogados del turno de oficio tienen que estar atentos porque les pueden llamar en cualquier momento. Nadie paga por esa disponibilidad 24 horas. Además, se ven obligados a poner a disposición del sistema sus propios medios, ya sea su despacho, sus teléfonos móviles o sus coches. Por no tener, no tienen ni traductores cuando, como en el caso de los nigerianos, tienen clientes que no hablan español. «Tuvimos que preparar las defensas como pudimos y gracias a que ellos y nosotros chapurreamos el inglés», explican. Eso sí, en el juicio sí que hubo servicio de traducción, como marca la ley, pero lo adecuado sería que también estuviese disponible en las reuniones previas entre los letrados y sus defendidos.

Habida cuenta de que en el turno no se están por dinero, tanto Rubén Fernández como Juan Alberto Gasamáns coinciden en que les gustaría que su labor tuviese un mayor reconocimiento social. «Lo que pasa es que como los ciudadanos piensan que ellos no van a necesitar la justicia gratuita, no la aprecian», reflexiona Gasamáns. Ambos, como es la norma en el turno, se implican en estos asuntos tan mal pagados igual que en sus casos privados. La satisfacción la encuentran en saber que están contribuyendo a una «justicia de calidad y universal» como la que hay en España «pero esto no puede ser una excusa para que no se invierta más en el turno», advierten.