El embalse de Portodemouros apenas recuperó caudal en lo que va de año

Natalia Rodríguez Noguerol
natalia noguerol SANTIAGO / LA VOZ

SANTISO

NOGUEROL

La ocupación del pantano era del 37,7 % a mediados de enero y ahora subió al 53

24 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Las ruinas de los lugares que quedaron sepultados bajo las aguas de embalses han dejado de ser un excepcional atractivo turístico. Forman ya parte del paisaje habitual de municipios como el de Santiso, donde la construcción, hace medio siglo, del pantano de Portodemouros, que embalsa las aguas de Río Ulla, anegó la aldea de Ribadulla. A principios de año, los vecinos narraban para La Voz aquel episodio, que se publicaba acompañado de fotografías que apenas varían ocho meses después.

«Non se volveu encher o embalse», observa Luis García Campos, que vuelve a ejercer de cicerone por los terrenos pantanosos, que, añade, «leva máis auga que a vez pasada». Ojo clínico el de este vecino de Santiso. El último informe de Augas de Galicia sobre el estado de los embalses, emitido esta misma semana, indica que el pantano, que explota Gas Natural Fenosa, registra en estos momentos un ocupación de cerca del 53 % . La evaluación de mediados de enero pasado sitúa ese porcentaje en un 37,7 %. La tímida recuperación del caudal apenas se percibe sobre el terreno, muy lejos de recuperar los niveles de cuando «a auga chegaba ata a pista da parcelaria», recuerda Luis. Por ella se accede a los terrenos del embalse, en los que ha crecido la maleza y la tierra cuarteada, reverdecido.

El estado de los embalses es una de las consecuencias de la escasez de lluvias, que ha derivado en nivel de prealerta de sequía, un problema que afecta sobremanera al campo gallego. Luis García expone sendas circunstancias que dan buena cuenta de la situación. Él no vive del sector primario, pero sí es testigo de cómo lo hacen muchos vecinos, entre los que proliferó un tradicional método de abastecimiento de agua. «Había anos que non se facían pozos e este fixéronse porque secaron os que había», cuenta. Y más: por la hectárea que recientemente plantó con un centenar de castaños la riega todas las semanas a regar. «Non acordo ter que botarlle auga a un castaño, nin a un frutal», afirma.