Nieves, Ana y Julia, tres generaciones de amazonas de Teo que aprendieron a montar «a pelo, como os indios»

Emma Araújo SANTIAGO / LA VOZ

TEO

La feria del San Martiño recuperó la tradición de entrar a caballo en la carballeira

12 nov 2022 . Actualizado a las 22:20 h.

Dice el refrán que de casta le viene al galgo, pero, si se cambia este animal por el caballo, el dicho le va como anillo al dedo a Nieves Castro, Ana Pedreira y Julia Gómez. Son, respectivamente, abuela, hija y nieta, y además de los lazos de sangre, estas vecinas de Teo están unidas por una pasión que no deja de crecer: su amor por los caballos y las ganas de disfrutarlos en el día grande de su pueblo, la festividad del San Martiño.

Esta pasión de Nieves, de 64 años, le llegó casi al nacer y su primer contacto fue con las «bestas» de sus vecinos, hasta que su familia tuvo los propios. Aprendió a montar «a pelo, como os indios», una práctica que transmitió a su hija Ana, de 38 años, y esta a la pequeña Julia, de tan solo 6. Las tres formaron parte de una comitiva de veinte jinetes que, como en los viejos tiempos, entraron a caballo a la Feira do San Martiño con todas las medidas de seguridad pertinentes, una práctica que defienden porque supone recuperar la esencia de esta feria de cada 11 de noviembre, una fecha marcada a fuego en el alma teense, que la celebra como una fiesta, «e se tres que traballar, hai que pedir o día», afirman madre e hija.

Tras el paseo, y con las yeguas descansando en plena carballeira, la matriarca Nieves recuerda que dejó de montar hace 15 años, cuando tuvo que despedirse de Linda, su yegua del alma. «Chegou con cinco anos, viña moi maltratada e levoume case tres que fose polo meu camiño. E aínda teño celos por ela», recuerda emocionada. Si Nieves no olvida a Linda, a su hija le viene a la memoria Diana. De ella recuerda como con 15 años le repetía insistentemente a su madre «eu quero unha besta». Y su deseo se cumplió. «Empecei a montar soa pola finca, tamén a pelo», relata. Siguió haciéndolo en un grupo en el que ella era la única mujer, al igual que años atrás le había ocurrido a su madre, que consiguió meterle el gusanillo equino a su marido, Jaime Pedreira, hasta el punto de que hace años ambos iban a ferias como la de Sabucedo sin remolque, cabalgando durante seis horas «e durmindo ao carón dos cabalos para volver ao día seguinte, de novo coa montura». Que la pequeña Julia suspire por montar es casi de lógica aplastante porque su padre, Pablo Gómez, empezó a relacionarse con su madre porque le pidió que le prestase un caballo para el carnaval de Teo. Gracias a esta conexión entró en la familia por la puerta grande tras montar durante años con los que hoy son sus suegros, que llegaron a tener hasta cinco caballos. Y aunque mantenerlos no es barato, en su caso resulta más llevadero porque, recuerda Jaime, tienen una finca muy grande «e os cabalos con toda a liberdade». Criada en este ambiente, no es de extrañar que la benjamina Julia también quiera ser veterinaria «para estar siempre con los animales», sobre todo con perros, caballos y gatos, por este orden de preferencia.

Al preguntarle a esta saga de amazonas casi comanches si quieren repetir experiencia en el próximo San Martiño la respuesta un sí rotundo, y eso que Nieves padece de la espalda y hasta la víspera de la feria no tenía nada claro si volver a montar era una buena idea. Y ahora no descartan que se pueda apuntar Noe, la hermana de Julia.

Las tres gozaron del San Martiño más tradicional, ese en el que reinan los caballos. Miles de personas lo vivieron de otra forma, disfrutando de los equinos desde la distancia pero muy cerca de los puestos de pulpo, de artesanía y de oferta de actos culturales. Hoy sábado habrá un concierto gratuito de Boyanka Kostova a las 21 horas. Y mañana domingo, coincidiendo con la catástrofe del Prestige, habrá un magosto reivindicativo a cargo de Carlos Santiago en la carpa de la carballeira a las 17.30 horas.