Se cumplen 27 años de las filtraciones que obligaron a repetir la selectividad en Galicia. Toda la comunidad estudiantil se puso en pie de guerra
11 jun 2019 . Actualizado a las 21:35 h.Los estudiantes que se van a enfrentar a la nueva selectividad no habían ni siquiera nacido cuando Galicia se enfrentó a las pruebas de acceso más conflictivas. Y ello no tenía que ver con que ciertos textos que los alumnos tuvieron que analizar en la selectividad de ese año, 1992, molestaran a padres y políticos.
La circunstancia que enervó a toda la comunidad estudiantil y convirtió esa selectividad en un antes y un después en Galicia fue que las preguntas de algunos ejercicios ya eran conocidas en distintos ámbitos académicos antes de la realización de los exámenes. En 1992 el bulo que se desataba cada junio en Galicia, y que aludía a posibles filtraciones, dejó de serlo. Ese año, fue cierto que alguien sabía que Kant y Descartes iban a «caer» en el examen.
Todo se precipitó el miércoles 17 de junio, horas después de que los 10.760 alumnos gallegos realizaran la última prueba de los exámenes de selectividad. Una denuncia presentada por el alcalde de Corcubión, José Mouzo Lago -cuyo hijo participaba en las pruebas-, ese mismo día en el registro del rectorado compostelano (quince minutos antes de que se iniciaran los exámenes), en la que citaba en qué consistía el examen de inglés, atinaba también en que se preguntaría por la Filosofía de la Ilustración de Descartes o por la Metafísica de Kant y avanzaba datos sobre el ejercicio de literatura convenció al rectorado (comisiones de Santiago tenían, además, constancia de que en determinados ambientes académicos circulaban fotocopias de algunos exámenes) de que la única salida posible era anular las pruebas de acceso a la universidad, a excepción de las del Bachillerato Experimental, a pesar de las obvias molestias que causarían a los alumnos afectados.
Los 97.000 exámenes realizados en Galicia quedaron en ese momento en papel mojado, nunca fueron corregidos. Las autoridades académicas advirtieron que se veían obligadas a suspender las pruebas «en defensa del interés público y de los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad», unas explicaciones que no aliviaron a los desesperados alumnos.
La decisión de la suspensión la tomó José Antonio Gómez Segura, el que era entonces rector en funciones de la Universidade de Santiago y profesor de Mercantil II en la facultade de Dereito, ya que Ramón Villares se encontraba de viaje en Estados Unidos (volvió precipitamente).
Desde el mismo momento en que se conoció la noticia, la reacción de los estudiantes que durante dos días sufrieron con los nervios a flor de piel la selectividad no se hizo esperar. El estupor inicial dio paso a una ola de indignación que se extendió rápidamente por toda Galicia, con padres y alumnos concentrados frente al rectorado de Santiago, con sentadas y movilizaciones en distintas ciudades gallegas, con retenes de guardia cada noche antes las sedes universitarias y con una llamada masiva al boicoteo de la repetición de las pruebas.
En la comunidad educativa los ánimos no estaban más calmados. Mientras el rectorado de A Coruña incluso llegó a mostrarse disconforme con la anulación de las pruebas, la Confederación de Asociaciones de Padres de Alumnos pedía que se aplicase la media de BUP y COU para entrar en la universidad.
Al mismo tiempo, las autoridades trataban de depurar responsabilidades. Encontrar una respuesta a las preguntas que todos se formulaban: ¿De dónde salieron las filtraciones?; ¿Quién dio a conocer las preguntas?
Finalmente, tras diez días de indignación colectiva, y sucesivas llamadas a no presentarse a los exámenes, los estudiantes tuvieron que volver a repetir los ejercicios de filosofía e inglés y el análisis de texto.
La advertencia de las autoridades académicas de que serían calificados con un cero aquellos que no acudiesen a la repetición de la selectividad, pudo más que el cansancio, el enfado y la psicosis que se desató entre algunos de ellos al temer que, otra vez, se hubiesen podido filtrar las pruebas. «Hubo filtración, hubo filtración, va a tocar Platón», fue una de las consignas más coreadas durante ese intenso final de junio.
A las tres y media de la tarde del lunes 29 de junio se presentaron a la repetición de los ejercicios de filosofía, comentario de texto e inglés los algo más de 10.600 alumnos de COU de toda Galicia matriculados en las pruebas de acceso. Las caricaturas del rector compostelano, Ramón Villares, pegadas en el pecho o a la espalda de muchos estudiantes, pataleos en unas cuantas aulas y la presencia de agentes de la Policía fueron los únicos incidentes registrados en esa jornada tras la que, esta vez sí, los estudiantes pudieron celebrar que terminaron la selectividad.