Sara López sacó un 13,95 en la selectividad: «Tuve más presión para la ABAU que ahora estudiando Medicina»
SELECTIVIDAD
Para ella «sí fue para tanto» y se tomó los exámenes muy en serio para entrar en una carrera que era su primera y, prácticamente única, opción
01 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.A Sara López (Ferrol, 2004) la pillamos haciendo lo mismo que en el 2022, cuando por estas fechas preparaba la ABAU: estudiando. Está en plena temporada de exámenes del segundo curso de una carrera en la que se dejó la piel para entrar. Estudia Medicina en la Universidade de Santiago, su sueño desde que era niña y que la obligó, en su día, a tomarse la selectividad muy en serio para alcanzar el 13,92 que le garantizó el pasaporte a la bata blanca.
Ella confiesa que esa era, prácticamente, su única opción, y por eso reconoce que se enfrentaba a la prueba de acceso a la universidad «con muy poco margen de error». Buscaba un buen resultado, pero por una única razón: «Mi objetivo en la ABAU no era otro que conseguir la nota que me permitiese entrar en Medicina». «Nada más» —¡y nada menos!—. ¿Y si no salía bien? ¿Había otra posibilidad? «Plan B siempre hay, pero, en mi caso, iba encaminado a repetir el examen de la asignatura que me saliese mal o, directamente, toda la ABAU», explica.
Es por eso por lo que, pese a que los resultados superaron con creces sus expectativas, a Sara no le gustaría estar ahora mismo en la piel de los que, en pocos días, se enfrentarán a la selectividad. Para ella, el cambio con la llegada a la vida universitaria fue para mejor: «Lo más distinto es la diferencia de presión», deja claro. «Es verdad que el grado es mucha más materia y hay que dedicarle muchas horas, pero no necesitas sacar sí o sí una nota para acceder a algo», alega. «Ahora —continúa—, tienes muchos meses para preparar una serie de exámenes que son al final de cada cuatrimestre, y te vas organizando a tu ritmo».
El cambio en los contenidos que estudia también ayudó a esta mejoría: «Aunque en la carrera también hay que estudiar un montón, es completamente diferente al bachillerato». «No siempre apetece, pero cuando te dedicas a algo que te gusta y has escogido, te enfrentas a ello de otra forma y lo disfrutas mucho más», añade.
Poniendo todo en una balanza, dice que el sacrificio fue agradecido: «Para mí valió la pena el esfuerzo», sentencia, aunque cree que enfrentarse a estos exámenes es una «carrera de fondo», en la que ella aguantó visualizando en todo momento la meta: «Fueron dos años de bachillerato de mucho trabajo, pero siempre tenía en mente el objetivo, que me iba a permitir trabajar toda mi vida de algo que me gusta», recuerda.
El que la sigue la consigue y, al final, Sara lo logró con ese 13,92, que fue clave en su vida: «En mi caso la nota determinó mi futuro porque me permitió entrar en la carrera que estoy estudiando», dice.
¿No es para tanto?
Si hay una frase que se repite estos días en institutos, hogares y entornos adolescentes es, en general, ese clásico «no es para tanto». Como un mantra lo oyen aquellos que acaban de terminar el bachillerato cada vez que manifiestan sus temores ante una prueba para la que ya cuentan las horas.
Cuatro palabras contra las que Sara López se revuelve y que le chirrían los oídos nada más escucharlas. «No estoy para nada de acuerdo con esa frase», deja claro. Y predica con el ejemplo: «Para mí sí que fue para tanto». «Es cierto que no tiene por qué definir el resto de tu vida, y que siempre hay más oportunidades, pero llevas mucho tiempo esforzándote y sacrificando otras cosas para poder estudiar, prepararlo bien, poniendo todo tu esfuerzo en ello», alega.
«Cuando estás nervioso por la ABAU no ayuda que te digan que no es para tanto», sentencia. Porque, para ella no fue «un examen más» y hace hincapié en no infravalorar a los estudiantes: «Es una prueba importante, el resultado va a definir en qué carrera puedes entrar».
Pero también deja claro que esa calificación no lo es todo: «Hay que darse cuenta de que son dos o tres días de exámenes y que no definen la valía de una persona a ningún nivel», defiende. «En la vida —continúa—, hay muchas más cosas que la ABAU, para bien o para mal no dejan de ser exámenes y eso hay que tenerlo en mente en todo momento».
Trabajo y suerte
¿Cuál fue el secreto del éxito? ¿Cómo preparó Sara la ABAU para conseguir nada menos que un 13,92? Ni ella misma lo tiene claro.
Confiesa que no se esperaba esa nota: «Yo buscaba un buen resultado porque para mí era muy importante poder entrar en Medicina, pero todo el mundo va con temor, es inevitable».
Sin embargo, se aventura a decir que la clave para salir airoso de la selectividad pasa por una mezcla de trabajo y fortuna. Sin fórmulas secretas ni mágicas. «Sacar esa nota es una combinación de trabajo y suerte», sentencia. Por eso quiere transmitir el mensaje de que «sin esfuerzo no se pueden aprender los contenidos», pero también es consciente de que ese esfuerzo empieza en esos «dos años tan duros», y, «como en todo, hay un componente de suerte». En este último factor, Sara cree que solo se puede «confiar en que salga todo bien».
Hablando de confianza, hay un aspecto clave que en la mayoría de los casos supone un auténtico caballo de batalla, muy difícil de controlar para los adolescentes: los nervios. «Por mucho que hayas trabajado, la teoría es una, pero luego, en la práctica, esos días estás muy nervioso, y las semanas previas también», explica Sara. «Y eso —continúa— te puede jugar una mala pasada».
No ignorar las emociones y tratar de esconderlas es, asegura, un factor importante para aprender a gestionarlas: «Hay que entender que es normal tener temor y sentir cierta incertidumbre ante lo que se tiene delante», explica esta futura médica.
Para ayudar a sobrellevarlo, recomienda ser consciente de algo que muchas veces cuesta recordar en estas jornadas previas: «Al final son pruebas de contenidos que están muy trabajados. Durante todo el bachillerato, desde tu instituto te están preparando para eso», alega. Y es que, aunque parezca increíble, Sara insiste en que, en realidad, no es la primera vez que los estudiantes se enfrentan a una prueba de estas características: «Son exámenes como los que ya han ido haciendo un montón a lo largo del curso», añade.
Ser consciente de esto es, para Sara, uno de los aspectos que más pueden ayudar a gestionar la tensión de esas tres jornadas que parecen interminables. Es lo que ella llama «no perder la perspectiva». «Son exámenes de contenidos que tienen ya muy controlados», insiste.
Para ella, la mayoría del trabajo ya está hecho cuando termina el curso y, por eso, lo más importante —y casi lo único— que se puede hacer durante estos días previos, según ella, es «repasar». «A los chicos que van a hacer ahora la ABAU yo les recomendaría recapitular toda la información del curso y volver sobre ella», explica.
Otro truco que puede ayudar es hacer pequeños simulacros: «Yo lo que hacía mucho era practicar con exámenes de otros años, para saber a lo que te enfrentas y poder manejarte mejor», cuenta. Unos ensayos que, explica, de nuevo pueden ayudar a gestionar otro aspecto clave que también suele ser difícil de calcular: el tiempo disponible para hacer los exámenes. Algo que a la propia Sara se le complicó en algunas pruebas: «Yo salí bastante contenta, pero lo peor fue el tiempo, que me agobié con algunas asignaturas».
Con todo, aunque no puede desvelar el secreto del 13,92 porque ni ella misma lo sabe, da tres consejos «a modo de resumen» para que salga lo mejor posible: «Repasar, confiar y practicar con cabeza exámenes de otros años».
Pero lo más importante que les quiere transmitir a los futuros universitarios es que calienten motores y se preparen, porque el verano que tienen por delante tiene tela: «¡Fue increíble!», así describe ella la sensación de liberación después de un encierro que le tocó por partida doble: «Estuve dos años metida en casa, entre estudiar y la pandemia, que nos pilló por el medio», relata.
Y es que esa libertad, sumada a la sensación del deber cumplido y a la certeza de que el año que viene estarás donde siempre has soñado, es la mejor de las recompensas. «¡Pude disfrutar por fin! Y también era muy emocionante mirar hacia adelante sabiendo que iba a estudiar lo que quería», concluye. No cabe duda de que se lo ganó a pulso.