Las universidades españolas consensúan un modelo de selectividad en el que encaja lo hecho en Galicia

S. C. REDACCIÓN / LA VOZ

SELECTIVIDAD

Imagen de archivo de una de las pruebas de la selectividad el pasado julio en Santiago
Imagen de archivo de una de las pruebas de la selectividad el pasado julio en Santiago PACO RODRÍGUEZ

Los vicerrectores llegaron a un acuerdo en Bilbao que ratificarán la próxima semana

27 sep 2024 . Actualizado a las 18:54 h.

Las universidades españolas —a través de su órgano rector, la CRUE— han ultimado un acuerdo para crear un examen de selectividad con las normas de la Lomloe, una prueba que se vuelve a llamar Prueba de Acceso a la Universidad (PAU). Lo hicieron los vicerrectores esta semana en Bilbao y previsiblemente lo ratificarán la próxima. Durante estas jornadas han analizado cómo pueden ser las pruebas y gran parte del trabajo se ha basado en los modelos de examen de Galicia, los únicos que están a disposición de alumnos y profesores.

Lo principal que se ha acordado era lo ya sabido a partir del decreto del ministerio: los exámenes son únicos, no habrá opción A y B, como antes de la pandemia (desde el año 2020 al 2024 se fusionaron ambas opciones, multiplicando las posibilidades de elección); y al menos el 20-25 % de la nota debe conseguirse con una pregunta sin opciones a elegir (este punto fue polémico) y de corte competencial. Esto significa que la pregunta no supone contestar una cuestión del temario, sino aplicarla. El claro ejemplo es la primera pregunta del examen de Historia da Filosofía en Galicia, que le pide al alumno que escriba un artículo de opinión sobre la participación de Trump en el asalto al Capitolio a partir de los postulados de Locke. Y es que precisamente esa es la clave de la nueva selectividad: no se busca que el alumno aprenda cosas sino que sepa cosas y que esté enterado mínimamente de la actualidad, de lo que ocurre a su alrededor. Las otras preguntas hasta completar el examen sí pueden tener (o no) apartados para elegir. También las puede haber de tipo test, pero nunca superarán los 3 puntos. Y para sacar un 10 el alumno tiene que estudiar todo el temario, ya que podrá caer indistintamente cualquier parte del mismo. Hasta ahora ha habido comunidades en las que solo estudiando el siglo XIX o el XX el alumno podría obtener un 10 en Historia de España. Eso se ha acabado.

Otra novedad es que la nota de admisión (la que sale de sumar las asignaturas voluntarias) valdrá tres cursos, el que comienza en el año de la prueba y los dos siguientes. Hasta ahora solo se podía aprovechar dos años. La nota base (la media entre bachillerato y fase general de la PAU) queda como hasta ahora: durará para siempre y solo se puede mejorar.

La corrección ortográfica, lo último

El asunto que todavía falta por encajar es el de la corrección ortográfica. Hay un preacuerdo entre las universidades para penalizar la faltas de ortografía en general, en todas las materias, y ampliar esta exigencia a la coherencia y corrección gramatical en el caso de las lenguas oficiales, dejando las extranjeras en un nivel intermedio entre ambos grupos. Como mínimo se baraja 1 punto de penalización, y los alumnos con dislexia u otra discapacidad similar tendrá diferente corrección si ya tuvieron esta adaptación durante el curso. Este aspecto, el valor de las faltas de ortografía, ha sido el último en consensuarse, ya que generaba ciertos problemas entre las materias científicas o artísticas. Finalmente, parece que se ha consensuado una postura: hay que ser exigente en las materias lingüísticas sin desatender el resto porque un alumno que accede a la universidad debe ser capaz de expresarse con corrección en cualquier ámbito de la vida.