La actriz regresa en el último capítulo de «Vis a vis: El oasis», que concluye este lunes en Fox. «He vivido una libertad absoluta con Saray, pese a estar en la cárcel», asegura
08 jun 2020 . Actualizado a las 12:22 h.Alba Flores (Madrid, 1986) ha vivido dos despedidas en poco tiempo. Al fin en La casa de papel le ha seguido el de Vis a vis, que con el último capítulo de Vis a vis: el oasis, que finaliza este lunes a las 22 horas en Fox. Ahora que ya están permitidas las visitas, la actriz confiesa que le habría encantado verlo con Najwa Nimri, pero es algo que «no está al alcance», de momento. Además, comenta que como pareja artística no han hecho todo lo que pueden llegar a hacer y no descarta que vuelvan a encontrarse algún día, «pero tendría que ser con un proyecto novedoso», tanto para ellas, como para el espectador.
-¿Cómo ha sido la despedida de la serie, con esa escena tan característica?
-Leí el guión y me dije: «What the fuck». Quería volver y quería despedirme, pero no me esperaba otro reto más de esta serie, que parece que siempre me los plantea. Me gusta mucho la danza, y creo que es muy valiosa esa expresividad. Se lo dije a mi amigo Carlos Moya, que ha sido bailaor de flamenco y de danza española y que luego giró más hacia el movimiento expresivo, que no es hacer una coreografía. Aposté por eso, y estuve varios meses yendo a trabajar con él periódicamente, porque lo que a mí me interesaba no era que Saray bailase bien. Eso me daba igual. El personaje no tiene por qué saber bailar, pero quería que todo lo que necesitaba expresar pudiese hacerlo con el cuerpo. Fue un proceso muy bonito, pero no solo ese día, sino todos los meses anteriores.
-¿Le hubiese gustado volver a formar parte de una banda?
-A mí, Alba, me hubiese encantado y me lo habría pasado muy bien, pero es verdad que a Saray no tanto. Si de algo estoy contenta es de haber conseguido que el personaje tuviese ese arco tan bonito, que cuenta que las personas cambian. Haberla devuelto a una banda habría sido dar muchos pasos atrás. Sería un poco: «He vuelto a delinquir, no me consigo reinsertar», y eso es muy gordo como para convertirlo en algo pequeño.
-¿Podría decirse que hay un antes y un después en Alba Flores tras «Vis a vis»?
-Lo ha sido para todos, porque estamos en un antes y un después colectivo y global, pero para mí todavía más, porque he puesto punto final este año a mi vida laboral de los últimos cinco años. Tanto en La casa de papel como en Vis a vis. Empecé con Vis a vis y he terminado con Vis a vis, así que es la columna vertebral de lo que me ha pasado. Aunque es cierto que lo que ha hecho más músculo ha sido La casa de papel.
-¿Y está preparada para ese punto final que llega irremediablemente esta noche?
-Estoy muy preparada. Quiero decir, que no es que me haya pasado esto en contra de mi voluntad. Todo lo contrario. Soy una persona muy inquieta y para mí estos cinco años han estado muy bien, pero alargarlo más, en cualquiera de los dos sitios, igual habría sido una carga. Me gusta moverme y hacer cosas diferentes. Me gustan los retos, y no le tengo tanto cariño a la estabilidad como al aprendizaje. Ha sido fuerte, y he llorado las dos cosas muchísimo, porque había un adiós, pero estoy contenta con estar viviendo un momento de cambio.
-¿Una comedia, quizá?
-Bueno, siento que también he estado haciendo comedia durante todo este tiempo. Es como si cada vez estuviese la cosa más mezclada. Si yo pienso cómo lo he vivido, creo que he tocado todos los palos, hasta la tragedia griega. Hemos podido hacer el ganso en los documentales del patio, que me parecieron una genialidad, y también hemos podido tener momentos desgarradores. Lo que me interesa no es tanto el género, sino que la historia que se cuente sea interesante.
-Los fans más puristas no eran partidarios de que se siguiese fuera de la cárcel. ¿Cómo lo ha visto?
-A mí me ha gustado. El ojo ya se me había cansado del brillo del amarillo. Poder ver a los personajes así ha sido como un relajo para la mente y para la vista. Me ha gustado verlos con otro mundo de colores, de espacios abiertos. Aquí se pone de relieve la cárcel interior, y no la exterior, como había sido antes.
-¿Qué es lo que más le ha gustado de su personaje?
-Que he vivido una libertad absoluta con Saray, pese a estar en la cárcel. He podido habitar en el impulso, sin filtro, como actriz. Si tenía el impulso de pegarle una hostia a alguien, lo hacía. Lo he disfrutado mucho, y también el hacer un arco que tuviese sentido de principio a fin.
-¿Y lo que menos?
-Lo que no me ha gustado lo tengo más claro, pero creo que ha sido un peaje que había que pagar para hacerlo posible. El personaje en algunos momentos ha caído en el estereotipo, en el cliché y en un concepto de la gitanidad que es muy limitado. Pero creo que eso en las primeras temporadas ha permitido hacer luego todo un desarrollo mucho más complejo, y quitar ese corsé, dándole al personaje más profundidad.