Matt Smith, Daemon en «La casa del dragón»: «A ningún actor le gusta rodar escenas de sexo, te sientes muy expuesto»

María Estévez LOS ÁNGELES / COLPISA

PLATA O PLOMO

TOLGA AKMEN

Coprotagonista de la precuela de «Juego de tronos», tiene experiencia en interpretar a príncipes sin trono

29 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El estreno del pasado domingo de la precuela de Juego de tronos pulverizó los récords de cualquier premier previa en plataformas, con más de diez millones de espectadores frente al televisor para ver el primer episodio de La casa del dragón, según cifras publicadas el mismo día por HBO y la compañía de análisis de datos Nielsen. Su expectación aumentará exponencialmente, ya que la audiencia de cualquier estreno para una plataforma representa el 20 % de la total de cualquier serie. Ambientada casi 200 años antes que Juego de tronos, describe a los ancestros lejanos de las familias de la serie original, pero se centra principalmente en los miembros de la saga Targaryen, la actual familia gobernante y sus aliados más cercanos. Hermano menor y presunto heredero del rey Viserys Targaryen, el príncipe Daemon es un guerrero brutal que sirve como comandante de la guardia de la Ciudad de Desembarco del Rey. Tras este personaje se encuentra el actor británico Matt Smith, a quien el público conoció en Doctor Who y The Crown, donde daba vida al príncipe Felipe de Edimburgo.

—¿Siente la presión de protagonizar una historia con tantas expectativas?

—Yo he visto nueve de los diez episodios de la primera temporada y siento una mezcla de emociones. Como actor siempre estás nervioso en los primeros compases de un trabajo porque no sabes cómo va a ser recibido, sobre todo cuando se basa en unos libros y unos personajes que el público adora.

—¿Cuáles serían las principales diferencias entre «Juego de tronos» y esta precuela?

—Nosotros contamos el drama desde un solo lugar, mientras que en Juego de tronos la trama ocurre en diferentes escenarios. Aquí todo se centra en una familia, en sus dinámicas. Dicho lo cual, creo que todos los demás elementos están presentes: guerra, amor, pasión y enfrentamientos. Además, es diferente en muchos sentidos. Los tiempos han cambiado y tecnológicamente se ha avanzado mucho. También contamos con directores que nunca antes habían hecho televisión y ahora la están haciendo. La casa del dragón debe verse como una serie, un mundo y una época originales.

—El sexo vuelve a tener un gran peso en el relato. ¿Se encuentra cómodo rodando ese tipo de escenas?

—A ningún actor le gusta rodar escenas de sexo porque te sientes muy expuesto. Hemos trabajado todas las escenas con un coordinador de intimidad que nos ayudó a coreografiar cada detalle. Le pondría un signo de interrogación a más escenas de sexo en el futuro, pero este es el mundo que George R. R. Martin ha escrito y yo me he comprometido. No tengo nada en contra.

—Aparte de las escenas de sexo, ¿hay algo que le incomodara en los rodajes?

—La peluca, lo pesada que era la armadura y lo caliente que estaba, lo difícil que era sentarse a almorzar vestido así. Cada tarde, cuando me la quitaba, sentía en mi cuerpo fuegos artificiales.

—Se lesionó en la cabeza en una escena de lucha.

—He recibido tantos golpes (bromea). Desde que empecé a rodar en abril hasta ahora he aprendido a pelear como un profesional. Las escenas de lucha son como un baile que se aprende con la práctica. Cuanto más practicas, mejor es el manejo con la espada.

—¿Qué tienen en común los Targaryen y los Windsor?

—Todas las familias son disfuncionales. El duque de Edimburgo y Daemon son rubios, ambos inconformistas y ninguno está en el trono. Supongo que en eso se parecen. Sin embargo, en un caso estamos en un mundo intensamente fantástico mientras que en el otro se trata de vidas de verdad.

—¿Se siente más responsabilidad en el papel de un príncipe de carne y hueso o de uno de ficción?

—La presión es diferente, pero también hay mucho más material donde alimentarse Es un proceso muy interesante, porque quieres ser fiel a la realidad sin olvidar tu propia inspiración.