Nostalgia ochentera de la mano de Eddie Murphy en «Superdetective en Hollywood: Axel F.»
PLATA O PLOMO
Como si diese un salto en el tiempo, vuelve el mítico defensor de la ley interpretado con sarcasmo por el famoso actor
09 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Quien quiera recordar un cine de otros tiempos, no necesariamente mejores, puede dejarse llevar por Superdetective en Hollywood: Axel F., una oda a los años 80 que protagoniza, con más ganas que ritmo, el legendario Eddie Murphy. El popular cómico recupera su rol de inspector Axel Foley, uno de tantos personajes mitificados, representante de un cine de evasión, que se echa de menos en el ámbito comercial actual.
A sus 63 años, el rostro de títulos de culto como El chico de oro o Límite: 48 horas, retoma por cuarta vez su papel de detective pasado de vueltas, histriónico e ingenioso. Lo hace tres décadas después de su última aventura, como si hubiera entrado en una máquina del tiempo. Físicamente reluciente, se muestra encantado de mostrar su sonrisa irónica trasquilando a los delincuentes que van a por lana a base de comentarios chisposos.
Atrás queda, por fin, el monumental traspié de Pluto Nash, aunque todavía duele El rey de Zamunda, otro regreso reciente al brillo apagado del pasado que es mejor obviar por salud mental. Tamaña tortura sirvió de aprendizaje al responsable de Delirious, uno de los mejores monólogos de la historia, cuando todavía era un artista sin domesticar. Su nueva propuesta no comete los mismos errores garrafales que el lanzamiento de Amazon.
El principal problema, sin agravante, de Superdetective en Hollywood: Axel F., que puede devorarse con agrado frente al televisor, a pesar de que se alarga sin necesidad, es la labor de dirección, en manos de un debutante en el formato largo que viene de firmar cortos publicitarios para marcas como Apple.
Mark Molloy no es Martin Brest ni Tony Scott ni John Landis, al que tampoco le fue muy allá en la tercera entrega, sobre todo porque no muestra signos de conocer el oficio más allá de ser un realizador que cumple con lo pactado en los despachos. Este mal extendido, incomprensiblemente, se nota especialmente en los encargos televisivos, en series con presupuestos holgados que caen en manos de profesionales poco interesados en una narrativa audiovisual realmente original y competente (probablemente, tampoco les dejan mover ficha sin peajes). La elección de Molloy tras las cámaras, en un proyecto de esta envergadura, solo puede entenderse como una de tantas maniobras de Netflix, plataforma que acoge uno de los estrenos del verano en streaming.
El inefable Foley vuelve a las calles de su Beverly Hills tras solucionar uno de tantos entuertos policiales poniendo la ciudad de Detroit patas arriba. El retorno deseado a patrullar en Hollywood responde a su deseo de proteger a su hija treintañera, una abogada amenazada de muerte que no quiere verle ni en pintura. El agente ha sido un mal padre pero la unión hace la fuerza y apuntala el concepto de familia.
Juntos deberán hacer frente a una conspiración con policías corruptos de por medio, una trama sobada pero efectiva que sirve de excusa para desplegar las argucias del carismático detective y ofrecer al personal entregado una buena dosis de nostalgia —superior a la errática última intentona de Cazafantamas—y un montón de cameos ilustres que van de la sonrisa cómplice a la lagrimilla. Empieza fuerte el ‘show 80s’, con una banda sonora que retrotrae a una época y un tipo de cine que agita la memoria de varias generaciones (no falta el icónico temazo compuesto por Harold Faltermeyer, discípulo de Giorgio Moroder). Probablemente son muchos los espectadores que hubieran pagado, encantados, por ver la película en una buena sala de cine, palomitas en ristre.
Por Murphy no pasa el tiempo
Da gusto ver persecuciones y escenas de acción en analógico, por entendernos, aunque algunos efectos visuales están ahí igualmente, invisibles (el sello en la producción de Bruckheimer está presente). Parece que no ha pasado el tiempo para Murphy, que se permite lujos como marcarse un buen chiste a propósito de Wesley Snipes. Superdetective en Hollywood: Axel F., cuarta entrega de la saga, apuesta mucho por la vis cómica del actor, con algunos diálogos estirados que buscan la necesaria cooperación de la audiencia.
No siempre consigue su objetivo, hay quien, por edad, está a otras cosas, pero el festejo funciona mucho mejor que en la execrable El rey de Zamunda. Entre el maremágnum de estrellas hollywoodenses que aparecen en escena, cabe destacar —siempre— a Kevin Bacon, el malo de la función, un buen villano que se enfrenta a uno de tantos reciclajes de ideas, a disfrutar con desparpajo a pesar del exceso de fan service.