La derivada de «Vikingos» concluye en Netflix con una tercera temporada con pocas escenas de batalla
18 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Vikingos: Valhalla, serie derivada de Vikingos, llega a su tercera temporada y puede que última —no ha funcionado como se esperaba—, cargada de cuerpos ultramusculados y secretos de alcoba. Sus protagonistas están muy macizos, demasiado para su época, cuando no podían esculpir sus cuerpos en el gimnasio, ese testosterónico lugar de reunión para ejercitarse que los griegos inventaron algunos siglos después. Estos feroces vikingos lucen bíceps tatuados en exceso y protagonizan más líos de cama que en las entregas anteriores, en detrimento de las escenas bélicas. Guerrean poco —se nota el recorte en medios—, y la acción se precipita en exceso en el tramo final.
Había que acabar, como fuera, la historia de este spin-off que transcurre un siglo después de lo acontecido en Vikingos, una propuesta bastante más sólida, con seis temporadas disponibles en streaming. La continuación funciona, pero se desinfla, a pesar de contar con personajes de interés, debido a una repetición de la fórmula de éxito sin el factor sorpresa y algunas discutibles decisiones de guion.
Como ocurre cada vez en más series en las últimas temporadas, y bajo la amenaza de la cancelación, a Valhalla le entran las prisas para llegar a la meta. Eso genera saltos espacio-temporales inexplicables, como si los personajes volasen de un lado a otro, o existiera la teletransportación, para que cada cual esté donde debe en el momento adecuado, justo cuando se lo necesita, a pesar de los kilómetros de distancia.
Pasó en Juego de tronos y aquí se nota en exceso. Se precipitan algunos hechos para el cierre definitivo, en especial en los dos últimos capítulos, a pesar de que el ritmo y los giros iban casando en una trama que retoma el relato siete años después del clímax de la anterior entrega. Aquí se aceleran y simplifican pasajes dramáticos en busca de un ritmo más frenético que desconcierta.
Machos alfa
La confrontación entre machos alfa en la lucha por el trono de Noruega e Inglaterra se intensifica, con varias fichas sobre el tablero con opciones de hacerse con la corona. Brotan los instintos primarios, el más bruto y traicionero puede quedarse con el reinado, entre alianzas inesperadas, secretos, venganzas, reproches y puñaladas por la espalda.
Es clave la jornada que daba el pistoletazo de salida tras la matanza de nórdicos asentados en Londres ocurrida el día de san Bricio, el 13 de noviembre de 1002. Asesinados sin piedad por orden del rey de Inglaterra, los familiares y seres cercanos a las víctimas decidieron cruzar el mar para desatar su furia sobre los traidores ingleses, lo que supuso el comienzo de la invasión del país por las hordas bárbaras.
Hay cierto lío de personajes en Valhalla. No es fácil seguir los movimientos de los distintos clanes. Hay mucha política verbal, y saber como espectador que todo acaba en esta entrega facilita el visionado hasta el final, aunque sea atropellado. El sentido de la amistad, el honor, la traición y la gloria vertebran el relato que recalca un mensaje: la unión hace la fuerza.
En el reparto coral, de buen ver y no siempre buen hacer, el físico es lo que importa. Destaca la sentida interpretación del explorador groenlandés Leif Eriksson, encarnado por Sam Corlett, visto en Las escalofriantes aventuras de Sabrina. También Frida Gustavsson (Partisan) defendiendo con garra a la mujer de armas tomar Freydis Eriksdotter, rol clave en una apuesta que busca la fusión entre el drama y la pasión. Amor y guerra con otra colección, menos vibrante, de violentas escenas de acción.
Los conflictos internos entre los propios vikingos por hacerse con el poder se exprimen al máximo en un mapa algo caótico. La religión cristiana y el paganismo siguen chocando, dando pie a un escenario bélico donde nadie puede fiarse de nadie.
Jeb Stuart, responsable de clásicos del cine de acción como Jungla de cristal y El fugitivo, lleva la voz cantante en el grueso de los guiones de la serie. La tercera temporada responde a muchas preguntas planteadas antes y resuelve el destino de los roles más fuertes, pero queda camino por andar si los productores quieren continuar la historia por otros derroteros.