«El Pingüino»: ¿Estamos ante otra propuesta que blanquea a un villano?
PLATA O PLOMO
El mayor reclamo de la última serie que adapta la imaginería de DC Comics es la fascinante interpretación de Colin Farrell
06 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Se recomienda ver The Batman, la película con Robert Pattinson haciendo de hombre murciélago, disponible en casi todas las plataformas, antes de degustar El Pingüino, de reciente lanzamiento. El popular villano de Gotham, icónico gracias a Tim Burton con el rostro de Danny de Vito, hace acto de presencia en el recomendable filme sin apenas protagonismo, ofrece casi un cameo, pero sus tribulaciones serializadas suponen una continuación de la historia planteada en formato largo. La fuerza del personaje, y el hecho de que lo encarne bajo un maquillaje alucinante el mismísimo Colin Farrell, ha derivado en una serie, estrenada semanalmente en Max, que parte del final de la última adaptación del famoso justiciero de la noche, dirigida por Matt Reeves en el 2022, a modo de spin off.
Lo primero que llama la atención de esta propuesta es que no parece que estemos ante otra producción basada en la imaginería superheroica. Nos encontramos, más bien, ante otra lucha por el poder entre mafiosos. De hecho, al terminar el capítulo en la plataforma, la lista de recomendaciones afines opta por aconsejar Boardwalk Empire, Los Soprano o El padrino de Harlem.The Batman se miraba más en Seven que en las películas de paladines de la justicia enmascarados. Importaba la atmósfera, de thriller oscuro, por encima de las acrobacias del caballero de la noche. El héroe con capa es lo de menos, lo que ocurre a su alrededor es lo realmente interesante, como parece vender The Penguin. Aplicándose a medias el mismo look sombrío, esta es una historia de origen, la del mayor criminal de la ciudad de Gotham, bajo una perspectiva realista, aunque la ambientación, por momentos, despista, con algunos extraños anacronismos. Estéticamente remite al cine de mafiosos de Scorsese, pero hay móviles y, dependiendo de dónde nos encontremos, tenemos claro que lo que acontece no ocurrió durante el pasado siglo. Parecen imágenes antiguas, pero no lo son. La buena factura técnica acompaña a un guion firme, sin titubeos, pero poco sorprendente. No hay escenas de acción y Batman no está ni se le espera, un detalle que puede desesperar a los fans más recalcitrantes.
¿Estamos ante otra propuesta que blanquea a un villano? El pérfido enemigo de Bruce Wayne, con o sin capucha, tiene su corazoncito, pero sus miserias siguen visibles. Oz no lleva monóculo ni sombrero de copa. Tampoco luce unas ojeras prominentes, manos de palmípedo y una tez extremadamente pálida. Es un capo de la mafia, con andares de pato, dispuesto a todo con tal de sobrevivir y convertirse en el máximo representante de los negocios sucios de Gotham, con el narcotráfico en primera plana. No estamos ante una adaptación literal de los cómics, pero la propuesta no desentona, apostando por una creatividad audiovisual de actualidad.
No hay apenas caricatura en el personaje principal, al margen de su forma estrambótica de caminar, si bien en cualquier momento puede agitar su característico paraguas. Las calles están a punto de arder tras la gran inundación del clímax de The Batman. La llegada de un nuevo tipo de droga rompe el equilibrio entre los miembros del Hampa dueños del lugar. La suerte está echada y Oz, que despierta entre sus semejantes más fobias que filias, tiene todos los boletos para convertirse en el amo y señor de la ciudad por la puerta de atrás. Conocemos sus conflictos, su lado más íntimo, sus repugnantes valores y su codicia.
The Penguin se toma su tiempo para retratar el ascenso implacable del sumo villano. Enfrente tiene a Sofía Falcone, interpretada por Cristina Milioti (Fargo), una psicópata recién salida de Arkham Asylum que hereda el imperio del mal construido por su padre muerto. Próxima parada: The Batman II. La serie es el puente.