Las doce mejores series del año 2024

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

PLATA O PLOMO

Las novedades de los últimos meses han estado marcadas por un buen puñado de ficciones españolas, esperados regresos, algún adiós y propuestas para todos los públicos y gustos

30 dic 2024 . Actualizado a las 12:50 h.

«Arcane»

Netflix. La larga espera por la segunda temporada de Arcane, estrenada en el 2021, ha merecido la pena. Inspirada en el universo del videojuego League of Legends, la compleja relación de las hermanas Vi y Jinx continúa en un mundo de estética steampunk dividido por la guerra. A un argumento atractivo con un elenco de personajes diverso y bien trabajado se añade una animación espectacular que se sirve de distintos estilos para comunicar. Tampoco se queda atrás la banda sonora, con Imagine Dragons repitiendo en el tema principal y canciones como Ma Meilleure Ennemie de Stromae y Pomme, que pone la música a una de las escenas más memorables de esta ficción en el séptimo capítulo, probablemente el mejor de la temporada. Por Carmen G. Mariñas

«El problema de los 3 cuerpos»

Netflix. Decía Stephen Hawking que enviar señales al espacio exterior no es precisamente algo aconsejable. Nuestro planeta resulta demasiado atractivo. Esta idea inspira El problema de los 3 cuerpos. La serie de los creadores de Juego de Tronos David Benioff y D. B. Weiss basada en la trilogía del escritor chino Liu Cin retrata el Cosmos como un bosque oscuro poblado de cazadores que esperan a que una presa revele su posición. Cuando una astrofísica china consigue establecer contacto con una civilización extraterrestre por primera vez en la historia descubre unos seres que habitan Trisolaris, un planeta que orbita tres soles, que es víctima de un caos climático que produce colapsos con cierta cadencia y dificulta un progreso sostenido.

Los trisolarianos no dudan entonces en poner en marcha un plan para conquistar esa vecina canica azul que orbita una sola estrella, que tiene una temperatura compatible con la vida y un clima estable y predecible. Eso sí, en el mejor de los casos llegarán a la Tierra en 400 años, tiempo suficiente para que la humanidad pueda diseñar una estrategia de defensa. Pero con lo que no contaban es que el enemigo atacaría el pilar fundamental que sustenta el progreso humano: la investigación científica. Y no cualquier ciencia, sino la más básica, la que se estudia en los aceleradores de partículas. Un tipo de conocimiento que se alimenta de la curiosidad, pero del que acababa brotando los grandes avances tecnológicos, para bien o para mal. De joven, un tal Albert Einstein se hacía preguntas sobre la naturaleza de la luz y la gravedad. Unas décadas más tarde un físico de apellido Oppenheimer aplicó el trabajo de Einstein en la construcción de una bomba atómica. Ese salto de la ciencia fundamental a la aplicada resulta que es el arma más temida en el Universo. Por Xavier Fonseca

«Ripley»

Netflix. Blanco y negro. Objetos y sonidos que se repiten. Planos cortos y reiterativos. El cenicero, el gato, la máquina de escribir, las escaleras... El nuevo Ripley se mueve en un universo meticuloso y obsesivo. Italia es más decadente, la confianza de Dickie y Marge nunca se la gana del todo y el castillo de naipes se tambalea más que en la versión colorista de los noventa. El talento de Mr. Zaillian, director de The Night of, convierte la miniserie en una gran adaptación de una novela que nunca pasa de moda. Crea para el texto de Patricia Highsmith una atmósfera especial y se esmera en moldear y dar personalidad a los secundarios. Y lo que le quedaba a Matt Damon de orgullo como actor se lo merienda Andrew Scott en medio capítulo. Por David Suárez.

«True love»

Filmin. Las series británicas marcan la diferencia, y sin necesidad de recurrir al ruido y los efectos digitales. Con sensibilidad, inteligencia y humor, True Love —que emitió Channel 4 a inicios de año y puede verse en España en Filmin— se levanta sobre una escritura precisa y un grupo de veteranos actores espléndidos con Lindsay Duncan (véanse Sherlock y Black Mirror) a la cabeza. La sencillez de la propuesta apenas se complica en el giro que da la trama en el cuarto episodio. De un drama con tintes de comedia, que pone en juego asuntos universales como la vejez, la muerte digna, la amistad, los amores de juventud..., el relato pasa al drama con pinceladas de thriller. Todo contado con buen gusto. Por Héctor J. Porto

«Yo, adicto»

Disney+. Por una vez hay que huir de la batalla entre el libro y la serie. Javier Giner (también) se abre en canal en seis episodios con este encabezamiento: por dónde inicia uno el relato de su propia vida. Quizá sea una respuesta tan dolorosa que es casi imposible lidiar con ella. Hasta que un día, cuando aterriza más abajo del fondo —que contra todo pronóstico tiene sótano— es capaz de nombrarse a sí mismo como lo que es. Un adicto. El cuerpo lo pone Oriol Pla, pero podríamos ser cualquiera. Porque Yo, adicto, más que una historia de drogas y redención, es la guía del viaje hacia conocerse, perdonarse y aceptarse (con las limitaciones, sobre todo con ellas) a sí mismo. Imperdible el monólogo sobre la familia del capítulo 5. Por Tamara Montero.

«Vikingos: Valhalla»

Netflix. No. Vikingos: Valhalla no es Vikingos. No tiene la mística, ni la profundidad, ni la épica ni el carisma de los personajes de su predecesora, pero sí es una serie más que aceptable. Netflix apostó a lo grande por la secuela, que transcurre cien años después de la original, pero la cerró por la puerta de atrás este año con su tercera y última temporada. La tercera entrega se enfrentaba al reto de de contar demasiado en ocho capítulos, pero superó el desafío con solvencia para ofrecer una efectiva combinación entre épica histórica y algunas tramas de corte dramático, con los personajes principales, Leif, Freddys y Harald Hardrada, bien asentados. La serie fluye de forma dinámica, con un guion ajustado y los tiempos bien medidos. Merecía más. Por Raúl Romar

«Querer»

Movistar Plus+. Hay series que son pura acrobacia. Otras caminan por un empedrado sobrio que, sin embargo, va desollando los pies en cada paso hasta llegar a la carne viva. Querer es de estas últimas. Una joya del 2024. Tan dura como delicada. El debut en este formato de Alauda Ruíz de Azúa se adentra en los abusos dentro del matrimonio. Pero no elige una familia desestructurada podrida por un entorno violento. La lupa está sobre una pareja madura «de bien». Y las costuras son terribles. Bajo esa niebla densa del «nada te falta», está esa mujer interpretada de forma impecable por Nagore Aramburu. Esa señora, como se diría, de pisazo e hijos criados que un día dice basta. Porque lo cotidiano escondía horrores. Por Mariluz Ferreiro.

«Familias como la nuestra»

Movistar Plus+. Familias como la nuestra es la primera serie del danés Thomas Vinterberg, alejado ya del purismo del Dogma 95. Aquí cuenta una historia de catástrofes intimista y a fuego lento, opuesta al estilo que marcaría Hollywood si un apocalipsis llamara a la puerta. Un terror sordo se apodera de Dinamarca cuando el nivel del mar amenaza con subir de forma tan devastadora que el país será inhabitable. La adolescente Laura es el espejo de las decisiones que afrontan sus habitantes. Los que pueden viajan a otros países para reiniciar sus vidas. Otros deben acogerse al programa del Gobierno para buscar asilo según dicte la burocracia. Laura puede optar a una vida de universitaria de élite en París junto a su padre, pero eso implicaría dejar a su madre atrás tal vez para siempre. Por Beatriz Pallas

«Los años nuevos»

Movistar Plus+. En una de las tantas entrevistas del circuito promocional que este último mes ha manivelado la sostenida conversación sobre «la serie de Sorogoyen», Los años nuevos, sus otras dos creadoras, Paula Fabra y Sara Cano, desvelaron que la expresión más repetida en sus 450 minutos de metraje es «no sé». Lo sospecho, pero no sé si es intencionado ni tampoco sé si, de serlo, logra el resultado buscado, pero sí sé que es una gran reivindicación de la incertidumbre, del «suélteme el brazo señor» porque no, no sé qué voy a hacer con mi vida ni tampoco sé qué va a ser de nosotros. La de Óscar y Ana —y lo que les ciñe y les distiende— es la historia de algunos, lastimeros que apuran sus heridas, pero no es la de todos y, de lejos —compro—, el desencanto de la generación más preparada de la historia puede resultar un soberano aburrimiento. Yo estoy en el otro bando, en el de los que se la bebieron del tirón; sufrí, casi en directo, una flageladora resaca, tremendo viaje. O se entra o no. Por María Viñas

«Las madres de los pingüinos»

Netflix. Sin promoción y de casi de tapadillo estrenó la plataforma más vista esta serie. Kama, luchadora de MMA y madre de un niño autista que, aunque ella no termina de aceptarlo, termina a contra gusto en un colegio después que de que lo expulsen del suyo. Piensa que es algo temporal, pero allí el pequeño encuentra su lugar en el mundo, y ella, a otras madres —y padre— que se convierten en su particular tribu, al principio muy a su pesar. Esta serie polaca muestra los problemas y desafíos de esas familias, sin perder la sonrisa. Por Mónica Pérez.

«El caso Asunta»

Netflix. Tristán Ulloa consigue transmitir esa impenetrabilidad de Alfonso Basterra, Javier Gutiérrez encarna muy bien la mezcla de audacia y poco gusto por la ortodoxia del juez instructor e incluso los policías (más Carlos Blanco que María León) brillan por momentos, pero El caso Asunta es básicamente Candela Peña. La actriz reconoció que le cuesta pero tiene que estarle agradecida a una mujer que asesinó a su propia hija adoptiva, como fue Rosario Porto, porque le dio el papel de su vida. Borda esa mezcla de fragilidad e histrionismo. Por J. V. Lado.

«La fiebre»

 Movistar Plus+. Un altercado entre un futbolista de la primera división francesa y su entrenador desata una tormenta que deriva en una guerra nacional en el país. La manipulación a través de las redes sociales, la gasolina que sirve para provocar incendios en la sociedad por cualquier motivo y el narcisismo psicópata que late bajo algunas posturas políticas extremas se dan cita en seis capítulos trepidantes. Viéndolos, el espectador de debate si se encuentra ante una distopía o, si por contra, presencia la trastienda de la realidad que le ha tocado vivir. Por Javier Becerra.