Descubren dieciséis petroglifos de la Edad del Bronce en un monte de O Son

La Voz

SOCIEDAD

SIMÓN BALVÍS

A los historiadores les sorprende que diez de las inscripciones rupestres apareciesen en un mismo enclave La pasión popular por conocer la prehistoria ha sido determinante para que en la localidad coruñesa de O Son hayan sido descubiertos dieciséis petroglifos cuya existencia se desconocía. Las inscripciones se remontan, según expertos consultados, a la Edad del Bronce. Alguna sorprende por su enorme tamaño.

08 nov 2000 . Actualizado a las 06:00 h.

S. A. L. PORTO DO SON. Corresponsal Este año vio la luz el primer libro dedicado en su integridad a los petroglifos de O Son. El autor, el historiador sonense Manuel Mariño del Río, escanea en dicha publicación los trece únicos grabados rupestres de los que se tenía conocimiento en el municipio. Al parecer, a mediados de los años ochenta no se sabía de la existencia de una sola inscripción. Sus tesis numéricas se han ido, en cierto modo, al traste al saltar la liebre sobre el hallazgo de dieciséis marcas inéditas, que fueron descubiertas por aficionados durante el pasado verano, pero que no han sido difundidas hasta ahora. La mayoría de los petroglifos fueron detectados por Juan Guitián, que trabaja en la biblioteca de una facultad compostelana y que, al parecer, veranea en la comarca de Barbanza, aunque se da también el caso de uno encontrado por un niño de trece años sobre una piedra fragmentada, que ya ha sido trasladada al Centro de Interpretación del Castro de Baroña, en O Son. El historiador Mariño del Río confirmó a este medio que los grabados, al igual que los analizados por él, se enmarcan, con casi total seguridad, en la Edad del Bronce (año 3000 a 1000 antes de Cristo), sobre todo en su etapa tardía. Aunque se encuentran repartidos entre cuatro parroquias diferentes, llama la atención que diez de los dieciséis grabados se concentran en un pequeño tramo del monte de la aldea de Corzo, en Caamaño. En estos, dominan los motivos animales, con profusión de ciervos. La silueta de uno de estos ejemplares cérvidos supera el metro, tanto de largo como de alto, tamaño que, según expertos en arqueología, es «poco menos que excepcional en los grabados gallegos».