Los cardiólogos aconsejan cambiar la carne en salazón por congelada

R.D.S. A CORUÑA

SOCIEDAD

RAMÓN LEIRO

Consideran que sólo con comer soso, cuatro de cada diez hipertensos recuperarían la normalidad Por los cardiólogos, la Cuaresma no acabaría en Semana Santa. No los mueve la fe, aunque persiguen el milagro de la salud. Y el ayuno cárnico es una penitencia con recompensa para una vida, si no eterna, al menos más larga y sin sobresaltos de corazón. Sobre todo cuando en la mesa del gallego manda el cerdo en salazón. Delicias gastronómicas como el cocido o las laconadas están casi contraindicadas en una cultura que se ha ganado a pulso diez puntos más de hipertensión que la media estatal. Una solución a ello sería seguir el consejo de los espacialistas: acabar con la tradicción de tomar carne en salazón.

15 abr 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

Exterminar las laconadas o convertir el cocido en un plato en vías de extinción no es garantía, ni tampoco antídoto contra el infarto. Abstenerse no concede indulgencia plenaria, pero al menos reduce los riesgos de algunos de los cuadros asociados a los sobresaltos cardíacos, la hipertensión y el colesterol. «No se puede hablar de un único factor determinante -insiste José Ángel Rodríguez, cardiólogo del hospital Juan Canalejo de A Coruña- pero además de la genética desde luego la cultura gastronómica de Galicia tiene que ver con las tasas de patología cardíaca y, por lo tanto, de infartos». ¿Números? Anualmente, se le para el corazón -a veces para siempre- a dos de cada mil varones y a una de cada dos mil mujeres. El arraigo del cerdo en salazón en Galicia está vinculado a cuestiones tan ajenas a la voluntad como las dificultades de comunicación -el pescado pasó serias dificultades para llegar fresco al interior de la comunidad- y a otros índices reveladores del déficit estructural soportado durante décadas: si la luz eléctrica no era corriente, los congeladores quedaban en otra esfera. El salazón y el embutido eran entonces la alternativa; hoy se ha convertido en una costumbre. Sin embargo, los especialistas lo tienen claro y se atreven a afirmar que si en vez de salar se congelase la carne, Galicia rebajaría de forma importante tasas tan nocivas como la de la hipertensión, que con un 25% de incidencia se sitúa diez puntos por encima de la media estatal. Se calcula que con sólo comer soso, recuperarían la normalidad cuatro de cada diez hipertensos.