Mientras los guatemaltecos quedaron maravillados por el primer eclipse anular de Sol del milenio, los costarricenses se vieron frustrados por la espesa niebla que les impidió apreciar el espectáculo celeste, mientras que los hondureños pudieron disfrutar parcialmente de un fenómeno cuya visión fue imposible en la mayor parte del mundo. Los guatemaltecos se dejaron asombrar con el eclipse. Las principales cadenas de radio y canales de televisión emitieron programas especiales para difundir las incidencias del fenómeno celeste, que dejó a Guatemala envuelta en una extraña penumbra variable durante cerca de dos horas y 35 minutos. En este país se vendieron 50.000 gafas especiales. El fenómeno celeste comenzó a verse en el océano Pacífico, continuó por Honolulú, Miami, Cuba, Ciudad de México, Guatemala y Managua.