La canonización del Padre Pío congrega a más de 300.000 personas en el Vaticano

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ ROMA

SOCIEDAD

MAURIZIO BRABATTI / EFE

Juan Pablo II soportó temperaturas de más de 35 grados en la ceremonia más multitudinaria de su pontificado Tal como se preveía, la enorme devoción popular por el Padre Pío, un fraile capuchino italiano fallecido en 1968, convirtió su canonización en un acontecimiento de masas. Unas 300.000 personas llenaron ayer la plaza de San Pedro y la Via della Conciliazione. La muchedumbre invadió el Vaticano desde antes del amanecer y en medio de un calor asfixiante, entre los 35 y los 40 grados, siguió la ceremonia con una expectación que ya la ha convertido en una de las más multitudinarias del pontificado de Juan Pablo II.

16 jun 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

Los fieles llegaron de todos los puntos de Italia en más de 2.000 autobuses y 10 trenes, y también de los cinco continentes. La ciudad vivió el evento como un desafío organizativo: se instalaron 12 pantallas gigantes; más de 1.000 policías, muchos disfrazados de curas y monjas mezclados entre la multitud, velaron por la seguridad; se repartieron más de 500.000 botellas de agua, el gentío era rociado con mangueras para combatir el bochorno y más de 500 personas fueron atendidas por los servicios sanitarios. El Padre Pío tendrá el 23 de septiembre como fecha de culto. El fraile de los estigmas, las heridas que le surgieron en las manos de forma misteriosa mientras oraba, ha subido al fin a los altares después de sufrir durante décadas el rechazo de la Iglesia, que le trató mucho tiempo como un personaje creado por la superstición popular. Tras la rehabilitación de su figura, iniciada con Pablo VI, Juan Pablo II ha impulsado su canonización, un proceso iniciado en 1983. El Papa, que pese al calor soportó bien la larga ceremonia, evocó en su homilía la visita que realizó al fraile en 1947. «Tuve el privilegio de que me confesara», recordó ante la multitud. El proceso canónico que ha llevado a su proclamación como santo se abrió el 16 de enero de 1969. Durante siete años su vida fue analizada minuciosamente y recogida en un documento de 7.000 páginas. El milagro que llevó ayer a Padre Pío a los altares es la curación inexplicable para la ciencia de un niño que ahora tiene 9 años, Matteo Colella, que entró en coma irreversible por una meningitis fulminante hace dos años. En un acto de desesperación, sus padres, seguidores del Padre Pío, le llevaron a la celda en la que vivió el capuchino y su salud comenzó a mejorar rápidamente hasta su total curación. El pequeño contó después que un hombre con barba blanca se le acercó a la cama y le dijo que no se preocupara, que se curaría.