Paco Rabanne dedicó ayer su colección pret-a-porter para la primavera-verano de 2003 a una mujer libre, que no teme la exuberancia ni el plástico ni el metal. «Mujer de carácter, esposas de artistas, ninfas», estas son las clientes soñadas por Rabanne, quien, en colaboración con Rosemary Rodríguez retornó a esos orígenes que nunca abandonó -aquellos que le dieron la gloria desde los años 60- para llenar su pasarela de vestidos y minivestidos de malla metálica y/o plastificada. En el nuevo vocabulario que el tándem Rabanne-Rodríguez, una de las letras fundamentales será el top collar, tan grande como se desee, en metal y plástico plateado, dorado o azabache. De forma cuadrada, redondeada o rectangular, este vestido joya, sujeto a veces en la espalda con un fino tirante, o esta «joya de cuerpo», podrá cubrir el torso desnudo, colocarse sobre una camisa o llegar hasta las rodillas. Tom Ford ofreció su visión Yves Saint-Laurent Rive Gauche (YSLRG) con mujeres extremadamente femeninas; Balmain llevó al podium una elegancia clásica e infalible y Stella Mac Cartney una mujer ultra-sexy , toda transparencias, minis, cazadoras satinadas y pantalones de talle bajo. Algo más clásico, Louis Vuitton optó por descubrir a menudo las rodillas, en faldas y conjuntos adornados de lazos, efectos transparentes y volantes superpuestos, mientras que Vivienne Westwood envolvió en voluminosos vestidos a sus maniquíes. La nota de protesta la puso Brigite Bardot, quien en el marco de los desfiles afirmó que las pieles de animales provocan la muerte de 35 millones de ejemplares cada año.