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Los artículos domésticos desprenden partículas de sustancias tóxicas

La Voz P. V. | REDACCIÓN

SOCIEDAD

Greenpeace advierte de que la exposición continua a estos compuestos causa enfermedades Cada gramo de polvo analizado contenía de media un miligramo de compuestos nocivos

28 oct 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

Igual que los humanos pierden pequeñas partículas de pelo y de piel a lo largo del día, todo lo que les rodea en el hogar, sean lámparas, ropa, cosméticos, juguetes o moquetas, por ejemplo, también se van descamando poco a poco. Y son estas pequeñas partículas las que se unen a otras en el polvo doméstico. Un equipo de Greenpeace ha hecho un análisis precisamente de esos restos de polvo en cinco países de Europa, entre ellos España, y ha concluido que en cada gramo hay alrededor de un microgramo de sustancias químicas tóxicas que provienen de productos creados por el hombre. Según el estudio, estos compuestos químicos -principalmente ftalatos, alquilfenoles, parafinas cloradas, derivados del estaño y del bromo- constituyen una amenaza para la salud ya que por un lado, el hombre puede llegar a ingerirlo o respirarlos, y por otro, se diseminan por la naturaleza, donde no existen mecanismos para destruirlos. El informe Consumiendo química que fue presentado ayer señala que los efectos sobre el organismo de esta exposición se desconocen a ciencia cierta, pero para muchos expertos pueden estar en la raíz de la proliferación de alergias e intolerancias, en el mejor de los casos; en el peor, pueden ser el desencadenante de tumores y afecciones graves, problemas de fertilidad, incluso por vía hereditaria. Aunque es evidente que el uso de estas sustancias tiene una finalidad práctica, como evitar que ciertos productos ardan con facilidad o lograr que un plástico sea más duro, el riesgo que representan, según Greenpeace, sugiere que han de sustituirse por otros . Hoy mismo, la Comisión Europea estudia la nueva normativa de Sustancias Químicas. A juicio de Greenpeace, es «un paso adelante sustancial», aunque la presión de la industria química ha reducido el rigor de los controles que quieren imponer sobre 30.000 compuestos de toxicidad potencial.