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Meiwes, una hazaña de cine

Enrique Müller CORRESPONSAL | BERLÍN

SOCIEDAD

UWE ZUCCHI

Varias productoras se interesan por hacer una película sobre el polémico Armin

12 dic 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

Armin Meiwes es un caníbal arrepentido que decidió escribir su biografía para impedir que otros sucumban al deseo de comer carne humana. «Soy culpable y me arrepiento de lo que hice», confesó el caníbal de Rotemburgo al revelar que había comenzado a escribir sus memorias en la cárcel. Pero la más reciente sensación relacionada con el espectacular juicio que se inició hace diez días en la ciudad de Kassel fue revelada por su abogado, Harald Ermel, quien anunció ayer que varias compañías están interesadas en llevar a la pantalla la vida del caníbal. Ofertas editoriales El abogado no quiso confirmar si su cliente había recibido ofertas millonarias para vender los derechos de su autobiografía, que está escribiendo en la cárcel, pero confirmó que las negociaciones ya estaban en marcha. En cada sesión del juicio, que se inició el miércoles antepasado, se aportan nuevos detalles sobre la forma como Armin Meiwes, mutiló, mató y descuartizó a su victima. El lunes, la sala de la Audiencia Territorial donde se lleva a cabo el juicio, se convirtió en un improvisado cine donde se proyectaron tres cintas de vídeo de cuatro horas y media de duración que filmó el caníbal. «Tenía la impresión de estar en una casa de locos», declaró una jueza de la corte, al explicar que todo el mundo tuvo que desviar la mirada para no ver las espeluznantes escenas, mientras que el acusado se mostraba muy interesado y sonreía en la exhibición: «Para él era un filme normal», agregó. Enterrado vivo Los detalles del vídeo no han sido filtrados a la prensa, pero varios expertos, después de observar la cinta, llegaron a la conclusión de que la víctima aún vivía cuando Armin Meiwes le enterró. «La víctima murió en medio de terribles sufrimientos», afirmó el forense Manfred Risse, al destacar que en el vídeo se podía observar cómo la víctima movía la cabeza y los labios segundos antes de que el caníbal lo rematara con el cuchillo. «El chorro de sangre que emanó de su cuello es una prueba vital de que la víctima aun vivía», sentenció el forense. Meiwes había relatado, en su confesión, que su víctima, el ingeniero de Berlín Bernd-Jürgen Brandes, ya había fallecido cuando le clavó el cuchillo en el cuello, antes de proceder a descuartizarlo. Para demostrar su teoría, el caníbal declaró que después de observar el vídeo había hecho una prueba en la cárcel para medir la sangre que había emanado del cuello de su victima. «Fueron solo 75 milímetros», afirmó para demostrar, una vez más, que su víctima había viajado hasta su casa para dejarse matar.