
Dicen los que padecen mal de amores que el tiempo todo lo cura. Dicen los testarudos que el tiempo les dará la razón. Y dicen los ecologistas que el tiempo puede convertir la basura en un tesoro de la naturaleza. Eso es lo que ha pasado en Laxe, muy cerca del cementerio y del faro que preside el monte Insua. Allí, los lugareños y algunos turistas privilegiados pueden disfrutar de un espacio único, una pequeña cala que vista desde lo lejos parece un tesoro pirata. La playa de los Cristales debe su nombre -el original ha sido olvidado por los vecinos del municipio- a millones de vidrios que el tiempo, siempre el tiempo, ha ido puliendo y mezclando con la arena hasta producir un efecto multicolor. Antiguo vertedero La historia de este arenal, que pese a su belleza no es apto para el baño, es la historia del tiempo. Situado junto a un antiguo vertedero, fue durante muchos años depósito de botellas, tarros y otros recipientes. Pero a pesar del egoísmo humano, el mar, generoso como nunca, se dedicó a pulir los restos y devolvió los cristales convertidos en cuentas de colores. Sin embargo, el Ministerio de Medio Ambiente no sabe de poesía, y, más que un tesoro pirata, la playa de los Cristales le parece un nido de ratas. Por ello, y con un presupuesto de 140.000 euros, el Gobierno ha decidido acabar con el antiguo vertedero -por el que todavía sobrevuelan cuervos del tamaño de buitres-, «acondicionar el entorno» y, de paso, enterrar para siempre uno de los atractivos turísticos de Laxe. De momento, ya ha sacado de la cala la mitad de los cristales con los que contaba.? Los vecinos, y sobre todo los ecologistas, han puesto el grito en el cielo argumentando que se trata de un espacio natural único que las excavadoras están destrozando. El debate no ha hecho más que comenzar. ¿Basurero o espacio singular? En esta ocasión, y nunca mejor dicho, depende del cristal con que se mire.