GANANDO LA ESQUINA

23 abr 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

EJEMPLOS del histórico desdén que se profesan portugueses y españoles hay un ciento, desde la célebre frase de Buñuel: «No hay país más alejado de España que Portugal», hasta la más enrevesada expresión del cancionero popular recogida por Amália Rodrigues en su animadísima versión de Caracóis. Decía así: «Ai um dia eu fui à Espanha, ai um dia eu fui à Espanha, comi lá com os espanhóis, comi lá com os espanhóis. Toicinho assado no espeto, toicinho assado no espeto, no molho de caracóis, ai no molho de caracóis. (Y aquí empezaba el cachondeo fino) São caracóis, são caracolitos, são espanhóis, são espanholitos, são espanholitos, são os espanhóis, são caracolitos, são os caracóis». La aliteración final obedece a la querencia retórica de los del Miño para abajo y a la fina ironía que se le supone al que la inventó para mofarse de la ignorancia culinaria de los vencidos en Aljubarrota. Portugal conquistó el mar. Esa es la cuestión. De ahí salieron las colonias menos civilizadas de la historia, sus alianzas con los ingleses y el carpetazo definitivo a los otros peninsulares. Para metrópoli, Lisboa; para roer tocino, Madrid. Y salvo esto último, salvo los modernos intercambios vacacionales y el espacio compartido para una foto en las Açores, todo apunta a que seguimos igual de prejuiciosos que antes. Basta ir a Badajoz. Pero a lo que íbamos. Un grupo de portugueseses y gallegos (de Oporto para abajo, españoles sin más) están procurando que la Unesco declare nuestra cultura común Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Hablan del sutrato agrícola-marinero, del idioma, de las citanias y hasta del obispo de Braga podrían hablar. Portugal tamén é noso.