Hace 5 años

LUIS VENTOSO

SOCIEDAD

VIDAS EJEMPLARES

09 oct 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

HACE sólo cinco años, un atentado con más de diez muertos en cualquier lugar del planeta abriría las primeras de los periódicos y sería la noticia estelar en todos los telediarios. En 1993, Al Qaida atacó el World Trade Center de Nueva York. En aquel golpe asesino murieron sólo seis personas, pero el eco de la tragedia coleó años. El mayor envite terrorista en las dos legislaturas de Clinton fueron las bombas de Bin Laden en las embajadas de Tanzania y Kenia, en 1998, con 224 muertos. Fue una página brutal, pero aislada. Hoy, ya no pasa día sin que el terrorismo se lleve por delante a una decena de personas. El jueves, por ejemplo, nos desayunamos con 41 muertos en Pakistán y cenamos con más de 60 cadáveres en las explosiones de los hoteles egipcios. En esas horas hubo aún más llantos. Israel acribilló a varios niños, en una operación que con bíblico sarcasmo denomina Días de Penitencia. Y en un nuevo éxito, la aviación de Estados Unidos logró exterminar en Irak... ¡a los comensales de una boda! ¿Son lamentables errores de los que luchan contra el terrorismo o es otra forma de terrorismo? Un ejemplo tontorrón permite entender la teoría de la seguridad de Bush: lo que está haciendo contra los fanáticos islamistas equivale a bombardear la Gran Vía de Bilbao para acabar con ETA. La Guerra Mundial contra el Terrorismo ha conseguido lo imposible: multiplicarlo por diez. EE. UU. está lleno de gente con conciencia. Su deber moral es salvar al mundo de su presidente.