El Tribunal Federal Supremo (BGH) de Alemania anuló ayer la sentencia de ocho años y medio de prisión que está cumpliendo el antropófago alemán Armin Meiwes, más conocido como el caníbal de Rotemburgo, y ordenó repetir el juicio, después de que tanto la Fiscalía como su abogado defensor solicitaran la revisión de la sentencia. La Audiencia provincial de Kassel no pudo juzgar a Meiwes por canibalismo, ya que no está tipificado como delito en Alemania. Y le condenó en enero de 2004 a sólo ocho años y medio de prisión al considerar que el Hannibal Lecter alemán era culpable de homicidio. El nuevo juicio tendrá lugar en Frankfort, aunque, de momento, se desconoce la fecha de su inicio. La Fiscalía, que teme que el caníbal pueda estar de nuevo en la calle por buena conducta dentro de cinco años y que busque nuevas víctimas, considera que la condena es insuficiente. El fiscal quiere que se condene a Meiwes por asesinato, lo que está castigado en Alemania con cadena perpetua, y sostiene que mató a su víctima para «satisfacer su propia lascivia». La defensa pide que le reduzcan la condena, ya que contó con el consentimiento de la víctima. Durante el juicio se demostró que Meiwes castró, decapitó, troceó y se comió partes del cuerpo del berlinés Bernd Jürgen Brandes, un ingeniero informático berlinés de 43 años. Los macabros hechos ocurrieron en marzo de 2001. La víctima respondió a un anuncio que puso Meiwes a finales de verano de 2000 en Internet en el que decía que buscaba a «un joven que quisiera ser devorado». El caníbal, de 43 años, invitó al informático berlinés a su domicilio, una mansión del siglo XVIII en la localidad de Rotemburgo, en el Estado federado de Hessen, donde llevaron a cabo un sangriento ritual. Meiwes castró primero a Brandes y juntos trataron de comerse el pene de la víctima. Brandes estuvo diez horas desangrándose hasta que el caníbal le cortó la garganta y descuartizó el cadáver con la ayuda de un cuchillo de cocina y grabó todo en una cámara de video. Algunas partes del cuerpo de Brandes las enterró en el jardín y otras las guardó en el congelador de su casa para írselas comiendo poco a poco. Durante el juicio, el caníbal confesó que se había masturbado viendo las repugnantes imágenes de la cinta de video.