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«El napalm es como quemarse con gasolina bajo la piel»

Natalia Bore LA VOZ | MADRID

SOCIEDAD

JUAN LÁZARO

El personaje Kim Phuc, que hace 35 años, cuando contaba nueve de edad, fue fotografiada corriendo con el cuerpo quemado tras un bombardeo en Vietnam, ofreció ayer su testimonio en Madrid

31 may 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

«Mi foto es un símbolo de la guerra, pero mi vida es símbolo de amor, esperanza y perdón». Así reescribía ayer su tragedia la mujer en la que se ha convertido la niña vietnamita Kim Phuc, cuya imagen corriendo, desnuda, con el cuerpo quemado tras un bombardeo con napalm, cuando tenía nueve años de edad, sobrecogió al mundo en 1972 y cambió el modo de ver esta guerra. Cuando están a punto de cumplirse 35 años del atroz suceso, que encarna la monstruosidad de la guerra, especialmente para los niños, Kim Phuc visitó Madrid invitada por la oenegé Save the Children, con la que colabora en un proyecto para dar educación a ocho millones de pequeños en zonas de conflictos armados. Phuc, embajadora de Buena Voluntad de la Unesco y que en la actualidad reside con su marido y sus dos hijos en Canadá, desgranó la tragedia que cambió su vida y de la que sacó enseñanzas muy valiosas, como conocer el valor de la paz y de la libertad, y la importancia del perdón, de la curación, del amor y de la educación. «Mi vida debe mostrarles que el perdón es más poderoso que cualquier arma del mundo», afirmó Phuc en un español aprendido en sus años de estudios en Cuba. «Antes de la guerra me sentía segura y amada, nunca tuve miedo, ni conocía el dolor, hasta que los soldados golpearon nuestra puerta. Con nueve años conocí el miedo», relató, con la impactante fotografía de su cuerpo quemado como fondo, sin perder la sonrisa y cerrando los ojos al recordar. «El napalm es lo peor que puedan imaginar. Es como quemarse con gasolina bajo la piel, a mil grados», explicó. Catorce meses de hospital, 17 intervenciones quirúrgicas y siempre la determinación de seguir viviendo. Porque Kim Phuc quiere cambiar la lectura de su foto, de su dolor: «Cuando vean a esa niña gritando y llorando, no piensen que llora por miedo y dolor. Mírenla de nuevo, llora por la paz».