Un ondear de banderas españolas acompañó la solemne ceremonia de beatificación de los 498 mártires celebrada ayer en el Vaticano, mayor jamás celebrada. Ante tal acontecimiento no faltaron los llamamientos a la reconciliación y a la convivencia pacífica por parte del Papa y del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos.
La ceremonia principal tuvo lugar en la plaza de San Pedro, presidida por el cardenal José Saraiva Martins, delegado del Papa y prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Junto a él concelebraron la misa más de mil sacerdotes procedentes de las diócesis, las órdenes y las congregaciones a las que pertenecían los beatos, y contaron también con la ayuda de seminaristas de Barcelona.
Entre las más de 40.000 personas que ocupaban la plaza se encontraban 2.500 familiares de los nuevos beatos, así como los cardenales Antonio María Rouco Varela, Antonio Cañizares, Carlos Amigo y Ricard Maria Carles, junto con 75 obispos de 70 diócesis españolas. La delegación del Gobierno fue del más alto nivel. La presidía el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, que estaba acompañado del embajador ante la Santa Sede, Francisco Vázquez; el subsecretario de Asuntos Exteriores y Cooperación, Luis Calvo; y la directora de Asuntos Religiosos, Mercedes Rico. Además, acudieron representantes de comunidades autónomas como Madrid, Valencia, Castilla y León, La Rioja, Castilla-La Mancha, Andalucía y Cataluña, en las que nacieron o vivieron los mártires.
El arzobispo de Madrid, el cardenal Rouco Varela, a cuya diócesis pertenece el mayor número de mártires, fue quien leyó la petición de beatificación. A ella se unieron después los demás prelados, quienes enumeraron las causas de sus diócesis. ?Durante su intervención, el cardenal Saraiva dijo que los nuevos beatos «no son patrimonio de una sola nación» sino que «pertenecen al mundo entero, a la Iglesia universal». En referencia a la actualidad, el prefecto explicó: «No podemos contentarnos con un cristianismo vivido con timidez».
Entre los nuevos beatos, que serán celebrados por la Iglesia el 6 de noviembre, hay dos obispos, de Ciudad Real y de Cuenca, 462 miembros de órdenes religiosas y siete laicos.
Antes de la ceremonia, Benedicto XVI tuvo unas palabras para los nuevos beatos, poco antes de rezar el Ángelus, recalcando que «son hombres y mujeres diversos por edad, vocación y condición social, que pagaron con la vida su fidelidad a Cristo y a la Iglesia». El Papa, que en algún momento habló en español, insistió en «la misericordia, la reconciliación y la convivencia pacífica» como la lección que la persecución religiosa que vivió España en los años treinta ha dejado al mundo de hoy.
En esta línea también insistió el ministro Moratinos, tanto con su presencia en la ceremonia como con sus palabras durante el brindis de la cena celebrada el sábado por la noche en la embajada ante la Santa Sede. En su discurso, el ministro definió esta beatificación como «muestra de reconciliación y expresión de nobleza» y recordó las palabras de Juan Pablo II: «No hay paz sin justicia y no hay justicia sin perdón».
En la cena estaban presentes, además de los cardenales españoles Rouco Varela, Cañizares, Amigo y Carles, otros seis cardenales de la Curia.