No quiere revelar su nombre, pero esta mujer de 48 años a la que corresponden las iniciales C.??P.??B.??S. y que sufre problemas de obesidad enseña sin pensarlo un lote de productos dietéticos de la marca Herbalife: barritas vitamínicas, cápsulas de guaraná y aloe vera, entre otros.
Cuenta que los productos se los vendió una amiga en su tienda y que más tarde le ofreció venderlos también, algo que rechazó por falta de tiempo: «Soy patronista industrial y diseñadora, y ya tengo bastante», argumenta. Una vez a la semana, su amiga acudía a la tienda a pesarla y a medir la grasa corporal. «Estuve hace dos años con el tratamiento y en ocho meses llegué a perder 14 kilos, aunque luego me relajé y los volví a recuperar. Después de un año regresé con Herbalife, pero lo dejé, y ahora estoy con productos de herboristería porque me hacen una dieta y una nutricionista me pesa», dice. El motivo de dejar a un lado Herbalife no se debió a sus efectos, sino al precio: «Me gastaba 150 euros en medio mes y ese ritmo no lo podía mantener». «Lo que no me gusta es que cualquier persona pueda venderlo, porque no puedes reclamar nada a nadie», añade. Además, afirma que ahora va a su médico de cabecera para hacerse análisis y vigilar sus problemas de obesidad, aunque no le prohíbe seguir tomando los productos de herboristería. «Sé que todo esto es psicológico, por eso voy al médico, porque, como tengo la menopausia, debo asumir los cambios y comer de forma inteligente».