Moeche reescribió el guión de su historia en la madrugada del sábado al domingo durante la 29.ª edición de la recreación de la revuelta irmandiña y la toma del castillo de los señores de Andrade. Contra todo pronóstico, en esta ocasión, la rebelión campesina no logró hacerse con el fortín y los sublevados se quedaron a las puertas.
Eso sí, un nutrido grupo de jóvenes (más de 10.000, según fuentes municipales) pudieron disfrutar de grandes ingredientes en una festa rachada de las que no fallan.
Atraídos por el tumulto, se dejaron ver por el entorno durante el día diversos cargos políticos como el vicepresidente de la Diputación de A Coruña, Pablo Villamar, o el delegado en la misma provincia de la Consellería de Industria, Luis Barcia. Ambos inspeccionaron, en compañía de otros responsables del BNG en la zona, el lugar para estudiar el mejor modo de librar la batalla.
Con la caída del sol, los grupos gallegos Bonovo, Ophiusa y Motor Perkins, y los vascos Korrontzi hicieron los honores del Festival Irmandiño para instigar a la revuelta. Incluso Henrique Dacosta, escritor y pregonero de esta edición de la fiesta histórica, dio paso al derrocamiento feudal pasada la medianoche.
Pero finalmente no se encendieron los fachos. Y tampoco se abrieron las puertas del castillo medieval, según la organización, «por motivos de seguridad».
En todo caso, Faustino Pita, teniente de alcalde del Concello de Moeche, destacó ayer que la fiesta, que continuó bajo la torre del homenaje completamente iluminada, había sido «un rotundo éxito».