Los jóvenes estudian más y llegan tarde al mercado laboral, donde hay precariedad y sueldos bajos
12 oct 2008 . Actualizado a las 02:00 h.«A mi hijo le ingresan la nómina en una cuenta que tiene conmigo. Yo cada mes le quito 500 euros para otra cartilla porque si es por él no ahorraría ni un duro». Lo dice Alma, una mujer cuyo único hijo pasa de los treinta y todavía sigue viviendo en casa. El caso de Alma no parece tipificado en el informe La emancipación precaria. Transiciones juveniles a la vida adulta en España a comienzos del siglo XXI, un texto realizado por seis investigadores del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que sí habla de lo muy extendida que está la «administración mixta», es decir, los padres corren con unos gastos (alimentación y vivienda) y los hijos con otros (sobre todo, ropa, ocio y transportes).
En el informe del CIS, los expertos dicen que la juventud es una fase del ciclo vital; supone la adquisición de autonomía, y desemboca en una posición dentro de la estructura social.
Los autores del CIS hablan de la autonomía (o independencia) privada y pública: la primera supone adquirir vivienda propia y familia ajena a sus padres; la segunda, ganar un sueldo. Según los datos que se barajan, solo el 40% de los españoles de 29 años están totalmente emancipados, más de un 20% viven solos pero dependen (en todo o en parte) del dinero familiar, y casi un 25% tienen trabajo y sueldo pero siguen residiendo en el hogar familiar. Como solo el 47% de los jóvenes tienen contratos indefinidos (el 42% de los contratos son temporales), es lógico suponer que adquirir una vivienda propia es algo difícil. Según el Injuve (Instituto de la Juventud), un menor de 30 años debería destinar el 83% de su sueldo neto a pagar una vivienda si no tiene ayudas del Estado.
Otra característica es ubicarse socialmente. Esto resulta especialmente difícil para los jóvenes de hoy, ya que el 78% de los encuestados por el CIS dicen que su primer empleo no tenía nada que ver con sus estudios, y un 60% siguen sufriendo esta diferencia incluso en sus siguientes trabajos. En 1972, el 60% de los licenciados en letras entraban en el mercado laboral como profesionales superiores y en 1991 ese porcentaje bajó al 40%. Por eso, nada menos que hasta un 7% de los menores de 30 están casados o conviven con una pareja, pero sin salir de la casa de sus padres, la familia-colchón.