El joven Jigme Khesar Namgyel Wangchuck fue coronado ayer nuevo rey de Bután en una solemne ceremonia celebrada en la sala real del Fuerte de Thimbú. El padre del nuevo monarca, Jigme Singye, posó sobre la cabeza del quinto dragón de la dinastía Wangchuck la tradicional corona con forma de cuervo tras el canto de versículos budistas. La coronación tuvo lugar por la mañana, a las 8.31 horas, el momento «auspicioso» previsto por los astrólogos de la casa real.
Con el máximo líder espiritual de Bután, Je Khenpo, como maestro de ceremonias, Khesar tomó su asiento en el trono y los monjes iniciaron sus ofrendas, que se alargaron durante horas en un elaborado ritual budista. El monarca, de 28 años, recibió pequeños objetos representativos de la tradición budista, como la rueda del dharma (ley natural), un elefante, como símbolo de la fortaleza, y un caballo, signo de velocidad. También se le ofrecieron incienso, frutas y conchas marinas, siempre con el ruido mántrico de las voces religiosas de fondo. La coronación fue retransmitida en circuito cerrado por la televisión estatal butanesa y contó con la presencia de la presidenta india, Pratibha Patil, como invitada de honor.
El monarca, ataviado con el tradicional go, una prenda con cuadros de colores atada a la cintura, salió después de la sala de coronaciones para presenciar los bailes ofrecidos por los lugareños. Tras la ceremonia central, hoy y mañana tendrán lugar danzas tradicionales de los diferentes grupos étnicos del país y concursos culturales en un estadio de la capital del remoto reino del Himalaya, aunque las celebraciones se alargarán durante más de un mes.
Khesar recogerá así el testigo de su padre, Jigme Singye, arquitecto de las reformas que han convertido Bután en una monarquía parlamentaria con el concepto de felicidad nacional por bandera.