¿Plagio o simple coincidencia?

SOCIEDAD

La alta costura arrancó en París tras la polémica de la copia a Armani. Diseñadores gallegos como Verino o Pernas también se sienten afectados por esta práctica desleal

27 ene 2009 . Actualizado a las 11:13 h.

París dio ayer el pistoletazo de salida a la temporada de alta costura, ensombrecida por la acusación de plagio de Armani a Dolce & Gabbana en el prêt-à-porter de Milán. Un pantalón acolchado despertó las iras de Giorgio, que señaló con el dedo para sentenciar: «Hoy copian, mañana aprenderán». El asunto ha destapado la caja de los truenos en un sector en el que la copia y la denuncia están al orden del día, tal y como confirman diseñadores gallegos.

«Es innegable que existe el plagio en la moda. Cualquier diseñador que sube su colección a una pasarela, la publicita en un catálogo o la exhibe en un escaparate corre el enorme peligro de ser plagiado», asegura Roberto Verino, que no oculta su sufrimiento cada vez que le sucede a él. «En más de 25 años de profesión he sentido cómo me robaban ideas que antes llevaban mi nombre -lamenta-. A veces te consuelas pensando en la vanidad, pero al final descubres lo que esas prácticas perjudican al oficio. A veces me conformaría con que el robo de ideas respetase al menos los logotipos, verdadera propiedad intelectual de la marca, pero la falsificación se atreve con todo».

Hasta Balenciaga

Antonio Pernas tampoco tiene dudas de que «se plagia, y mucho». «Es más, tuve el honor de ser copiado -abunda con sentido del humor-. Recuerdo el caso de unos uniformes de Marina. Yo tenía una información que creía reservada y a la hora de la verdad otros tenían la misma, pero mejorada. Un buen modelo lo desarrollas con un equipo de trabajo, y si lo saben dos ya no hay secreto», explica Pernas, que recuerda que «ya Balenciaga copiaba a Madeleine Vionnet hasta en los nombres de las prendas».

Ante la falsificación cabe la vía de los tribunales, pero los diseñadores no la consideran eficaz. «Es tan cara, lenta e incierta que a veces no merece la pena-afirma Verino-. El otro instrumento es la denuncia pública a través de los medios».

Peor en tiempos de crisis

Pero es difícil distinguir entre lo que es y lo que no es copia. Para Pernas, un creativo de verdad «debe ser dadá, un inventor, pero hay pocos. Mariano Fortuny patentó el vestido Delfos y André Courrèges también puede considerarse un creador por su visión futurista en los sesenta, pero después... ¿Cómo se puede precisar si es copia un diseño o un olor?». En opinión de Pernas, el escándalo Armani-Dolce & Gabbana se entiende mejor a la luz de la crisis, «por esa frase que dice: Mi estado de ánimo es el de mi cuenta corriente».

Sobre la dificultad de precisar la copia ejemplifica Verino: «Si se pone de moda Rusia, todos nos sentimos obligados a desplazar nuestra creatividad a esos temas. ¿Cómo evitar las coincidencias? También es imposible obviar un producto extraordinario, como el encaje de Prada. ¿Son plagios todos los que aparecieron después?».