Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

Adiós al síndrome del escaparate

SOCIEDAD

Sanidad autoriza el primer fármaco que trata la claudicación intermitente, un problema de riego sanguíneo que impide a los afectados pasear 300 metros seguidos

20 jun 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

La Agencia Española del Medicamento ha aceptado la comercialización del cilostazol, el primer fármaco para atajar el llamado síndrome del escaparate, una dolencia que sufren más de 700.000 personas en España. El fármaco, que comercializa la empresa Otsuka Ferrer con el nombre de Pletal, lleva en el mercado desde los años ochenta, pero hasta ahora no se podía conseguir en España.

El síndrome del escaparate tiene como nombre técnico la claudicación intermitente, y el motivo es la enfermedad arterial periférica (EAP, o PAD por sus siglas en inglés). El doctor Ramón Segura, jefe de servicio de cirugía vascular del Complejo Hospitalario Universitario A Coruña (Chuac), considera que el nombre más adecuado en estos casos es el de síndrome isquémico crónico, ya que «utilizar la palabra periférica es incorrecto y parece algo menor», cuando no lo es. Esta dolencia supone que una arteria está bloqueada en alguna parte de la mitad inferior del cuerpo -«puede ser la aorta abdominal, que no es algo periférico», según explica Segura- y que por tanto llega poca sangre a los músculos de la pierna. Cuando por el esfuerzo el músculo requiere más aporte sanguíneo y este no llega, aparece el dolor y automáticamente la inmovilización; en unos minutos vuelve el riego a la pantorrilla y se puede seguir paseando. El nombre popular se extendió porque los pacientes se quedan unos minutos mirando un escaparate hasta que se les pasa el dolor y pueden seguir andando.

Algo va mal

El doctor Segura explica que el síndrome es un síntoma de que algo va mal. Si una persona no puede recorrer una calle de compras -tipo la calle Real de A Coruña- sin parar porque las piernas le fallan, debe ir al médico. «Puede ser algo de la columna, pero un especialista lo sabe en cinco minutos, lo que tarda en hacer una exploración y un interrogatorio», explica Segura, quien asume que a veces este síntoma pasa inadvertido o no se le da la debida importancia.

Sin embargo, sí la tiene. Sufrir EAP aumenta el riesgo de padecer un problema coronario en cualquier parte del cuerpo, de ahí la importancia de la detección precoz. Según Segura, hay varias formas de parar e incluso revertir la situación, aunque la más fiable es controlar los factores de riesgo: «El tabaco, la hipertensión, la diabetes, el sobrepeso...», combinado con un tratamiento de fármacos que faciliten la circulación de la sangre. El cilostazol solo elimina la claudicación intermitente, es decir, la necesidad de parar cada rato mientras se pasea, pero no cura la esencia del problema.

Ramón Segura recalca que la enfermedad no se limita a unas molestias: «Al principio uno se para al andar 300 metros, pero después va bajando la distancia y al final cada 30 o 50 metros hay que pararse. Después el dolor ya se extiende a las horas de descanso, cuando uno está en la cama». Tampoco hay que asociar este síndrome a la edad avanzada, aunque lo padecen el 15% de los mayores de 70 años: «Es obvio que cuando uno va cumpliendo años tiene más achaques, pero esta semana he atendido el caso de un hombre de 39 años». Con el tabaquismo y la vida sedentaria este tipo de dolencias empieza a darse en edades tempranas.

Se anda mejor en la calle

La EAP es una dolencia cada vez más estudiada. El investigador francés Pierre Abraham, del hospital universitario de Angers, ha llevado a cabo un estudio en una veintena de pacientes utilizando nada menos que GPS para saber el recorrido de cada uno.

El trabajo se realizó tanto en una cinta de correr en la consulta como en la calle -cuando se necesitaron los GPS- y el resultado fue que los enfermos caminaban hasta tres veces más al aire libre que en la cinta.