Si en algo se muestran de acuerdo casi todos los vecinos del valle de Tobalina, tanto los que están a favor como los que están en contra del cierre, es que no se creen la oferta realizada por el Gobierno de levantar un parador nacional y un área industrial en la zona, donde se instalarían empresas que crearían los puestos de trabajo alternativos a los que se perderían en la central nuclear.
«Lo del parador me pareció de cachondeo. Lo tuve que leer dos veces para entenderlo. Ojalá que levantaran un polígono industrial, pero creo que no saldrá adelante», manifiesta Pilar Sánchez, una mujer de 41 años que lleva 17 trabajando en GCI, empresa contratada por Nuclenor para llevar el mantenimiento informático de la central. Y continúa: «No me veo trabajando en el parador, pero si así fuera, me daría tanto miedo como hacerlo en la central, es decir, ninguno».
En esta misma línea se expresa Ángel González, un guipuzcoano de 37 años residente en Castellón, cuyo padre nació en Garoña, donde todavía mantiene una casa a la que acude en puentes y vacaciones: «Si de verdad hicieran un parador nacional en esta zona, y no en Miranda, como se ha dicho, y levantaran industrias, sería una buena alternativa al trabajo de la central. Pero no creo que lo hagan. Lo dicen para no perder votos».