La participación en un encierro de toros hace que la frecuencia cardíaca pueda llegar a superar sus límites máximos «en un tiempo récord», ya que, según un estudio de la Clínica Universidad de Navarra, un corredor puede pasar de 124 a 199 pulsaciones en solo cuatro segundos. Y ello por la suma del intenso esfuerzo físico, de corta duración, y el estrés que conlleva el elevado riesgo al que se somete el corredor.
Esta es una de las conclusiones de las pruebas efectuadas a un corredor por especialistas de la Clínica Universidad de Navarra, que, en un comunicado, han mostrado su constatación de que el correr en un encierro «no es una práctica deportiva más» y «equivale a una prueba de esfuerzo».
Juan José Martínez, corredor habitual en los encierros de Pamplona, de 38 años, recorrió el pasado 10 de julio durante los sanfermines una distancia de no más de cien metros en la cuesta de Santo Domingo portando un pulsómetro y un GPS. Mientras el pulsómetro medía la frecuencia cardíaca en cada uno de los momentos del recorrido y recogía sus variaciones, el GPS conseguía, vía satélite, situar al corredor dentro del trayecto del encierro en cada intervalo de tiempo, permitiendo calcular su velocidad.
La prueba constató que en tan solo cuatro segundos, desde la salida de los toros hasta que las reses alcanzaron posiciones más próximas al corredor, su ritmo cardíaco pasó de 124 a 199 pulsaciones por minuto, incrementándose en 75 latidos en tan solo cuatro segundos. El doctor José Calabuig, especialista en Medicina del Deporte de la Clínica Universidad de Navarra, se encargó de controlar las constantes vitales del corredor. «El límite al que puede llegar la frecuencia cardíaca máxima de una persona se calcula restando a 220 la edad de dicho individuo. En este caso, la frecuencia cardíaca máxima se establecería en 182», explica para precisar que, sin embargo, en personas con una forma física buena «ese límite máximo puede sobrepasarse sin que ello suponga un riesgo para su salud».
El doctor Calabuig precisa que la superación de la frecuencia cardíaca máxima en un intervalo de tiempo tan corto no se debe únicamente al esfuerzo físico, sino también al componente fundamental del estrés.