La pontevedresa Amai Rodríguez ganó el Premio L'Oreal a la mejor colección de El Ego, en Cibeles, con una desafiante propuesta de volúmenes y colores imposibles
20 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Está sentada en el suelo con las piernas cruzadas, tijeras en mano, recortando pequeños triángulos adhesivos con los que da los últimos retoques a los modelos que llenarán la pasarela en dos horas. Así recibió a La Voz de Galicia Amai Rodríguez, la pontevedresa (Poio, 1985) que el viernes -en la jornada inaugural de la Cibeles Madrid Fashion Week- ganó el Premio L'Oreal a la mejor colección de las que desfilaron en El Ego, la pasarela más joven de la emblemática cita madrileña.
Como una niña en clase de manualidades, Amai se afanaba en ultimar los pequeños detalles de la desbordante muestra de imaginación con la que logró no solo los 6.000 euros con los que está dotado el premio, sino también arrancar aplausos espontáneos del público. «Es una propuesta muy barroca porque yo lo soy también. Lo que me gusta es crear sobre el maniquí, añadir tejidos y conseguir formas, me gusta más que dibujar en papel», explica entre adhesivo y adhesivo aplicado a un sombrero circular multicolor con el que una de las modelos aparecería luego en la pasarela, encajado alrededor de su cintura.
Es consciente de que su propuesta es puro diseño, alejado de lo comercial. «Lo sé. Esta colección es más espectacular que comercial. Por eso este año ni me he planteado llevarla al showroom. No se la puedo vender a nadie. ¿Quién lo iba a comprar?», se pregunta, sonriendo.
Con las explicaciones de Amai, la maraña de tejidos, aplicaciones, complementos, colores y superposiciones que cuelgan de las perchas en el backstage cobran vida y sentido. «Las creaciones están inspiradas en la fiesta, en el modo de diversión de los jóvenes. Lo resumo en tres partes diferenciadas en el desfile: la primera, llamada Despreocupación , muestra la diversión y la represento con colores vivos, estampados repetitivos y caretas inspiradas en la obra de un artista chileno que son como niños macabros. Le sigue el Éxtasis , que es donde la conciencia desaparece y da paso a un colorido delírium trémens; y acaba con La realidad , que es el amanecer, el despertar y la resaca, con colores desvaídos, teñidos a mano con técnica tai-dai. Coronas de santos, flores y relicarios completan el estilismo».
Un estilismo que sorprendió sobre la pasarela y que fue festejado con aplausos. Tocados oníricos de pájaros blancos o flotantes nubes rosadas, volúmenes imposibles en faldas abullonadas, combinaciones de colores y tejidos, superposiciones, troquelados, surrealismo, estampados con reminiscencias mexicanas (a Frida Kahlo, en especial), mensajes descarnados y directos prendidos de las telas, ya más lánguidas y desvaídas, y grabados en las coronas de santo que adornaban a las modelos con consignas como «Muere joven».
Explorar la moda
Emocionada por el premio, la joven Amai -que hoy regresa a Galicia- decía ayer que la había pillado «por sorpresa». «Siempre pienso que el trabajo de los demás es mejor y, además, es tan difícil saber qué pueden valorar más: la creatividad, lo comercial... Porque lo mío no se puede considerar muy comercial, aunque sí espectáculo», reflexionaba, para añadir que le había hecho «mucha ilusión» que la colección gustase. «Yo no podía ser objetiva para valorarla», apostilló.
Afirma que de la moda le interesa «todo», no solo el diseño. «Por eso quiero explorar otras facetas: la fotografía, el estilismo...», dice. Y a la pregunta de si piensa «colgar» la pasarela, Amai duda: «No sé por dónde me puede llevar la vida. Hay mogollón de caminos. Y me gustan varios campos, aunque siempre dentro de la moda. Tengo que ver qué quiero».