Ponen los puntos sobre las íes respecto a las flaquezas de la investigación en España; los recursos no pueden repartirse discrecionalmente sin exigir eficiencia a cambio
04 oct 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Elisa Álvarez Las autoridades políticas tienen la teoría muy clara. Hay que pasar de la economía del ladrillo a la economía del conocimiento. La crisis ha sido un ejemplo más que contundente de que las sociedades que más apuestan por la innovación son capaces de superar mejor la recesión. Pero la práctica, como siempre, es otra historia. La comunidad científica dio la voz de alarma ante el descenso de los presupuestos para I+D, y se confirmaron las peores expectativas. Investigadores como Margarita Salas denunciaron que el descenso de los fondos para investigar llevaría a España a caminar hacia atrás. Galicia también tiene algo que decir en este debate. En primer lugar, porque cuenta con científicos de élite. La Real Sociedad Española de Química establece anualmente cinco premios para reconocer a los investigadores más destacados en sus áreas. El catedrático de la USC José Luis Mascareñas obtuvo el galardón de química orgánica. El catedrático de la Universidade de Vigo Luis Liz-Marzán, el de química física. Dos de cinco. Ambos tienen además una forma similar de entender la ciencia: no es democrática, debe abrir las puertas a la formación de los jóvenes, y los recursos deben darse en base a la eficiencia, y no establecer un café para todos. Pregunta. ¿Es difícil hacer ciencia? José Luis Mascareñas. En investigación todo empieza con una o dos personas que trabajan, van llevando gente al extranjero. Aquí tenemos a esa gente, Luis Castedo, López Quintela... Lo primero es el querer hacerlo. Te tienes que lanzar a hacer investigación en una frontera del conocimiento. Y eso sin que haya incentivos. Vamos a seguir cobrando lo mismo con el premio que nos acaban de dar que gente que lleva veinte años sin investigar. No hay una relación entre esfuerzo e incentivos. Luis Liz-Marzán. Yo empecé en Vigo en 1996, desde cero. No había ni laboratorios ni gente. Hoy ya tenemos treinta investigadores. Cuando volví de la etapa posdoctoral, aparte de que mi sueldo bajó a la mitad, hasta tenía que estar agradecido por un empleo. Parece que lo único que les interesaba era tener a alguien que pudiese dar prácticas. Como en España no hay una tradición de empresa innovadora con personal altamente cualificado, la gente joven no ve salida en una empresa, solo en la carrera académica. El objetivo es entonces colocar a los más posibles. El sistema de contratación es así. P. ¿Qué problemas tiene la investigación en España? J.?L.?M. El gran problema de la universidad española radica en la selección de profesorado. No están incentivados para un proceso más riguroso. En Stanford se pasaron cinco años sin contratar a un químico porque no encontraban el perfil. Es cierto que aquí también se han hecho cosas buenas, como el programa Ramón y Cajal para atraer a investigadores. Ha sido un éxito porque además se han ido consolidando. El que se hizo en Galicia, el Parga Pondal, tiene un proceso de selección malo. Podían haber tirado de las listas del Cajal, pero no se ha hecho bien. Debería reorientarse en un programa tipo Icrea, como el catalán, pero no hay punto de comparación entre las políticas investigadores de Cataluña y Galicia. L.?L. Yo participé en la elección de los primeros Pondal e intentábamos cambiar los criterios, pero los que mandan son los políticos, no los científicos, y tenemos una igualdad mediocrizadora . La ciencia no es democrática. La sociedad nos da unos fondos, pero a la hora de exigir responsabilidades no distingue a quien los utiliza mejor o peor. J.?L.?M. La universidad gallega necesita un golpe de timón. Los recursos son pocos y a veces no están bien invertidos. A veces las exigencias en las empresas son bastante menores. La Administración mete dinero en empresas que no se utiliza en I+D.