El mercado se aprovecha de la alarma ciudadana creada por el virus A(H1N1) para revestir sus productos con el sello antiviral y vender más
05 oct 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Desde hace más de cinco meses se ha oído de todo sobre la nueva epidemia de influenza que se difundió por todo el mundo. Pero España, que ya ha sumado más de 40 muertos por la nueva enfermedad, empieza ahora su prueba de fuego: hacer frente al invierno y sus bajas temperaturas, propicias para la transmisión del virus A(H1N1).
Mientras las vacunas no llegan a las farmacias, la población consume todo lo que cree necesario para protegerse de la gran amenaza del momento. Aunque algunos de estos productos no sean específicos para el virus, la marca gripe A se ha vuelto más atrayente que las rebajas del verano.
Estos días de vuelta al colegio está de moda el gel para las manos. También conocido como gel desinfectante o higienizante, se encuentra en cualquier farmacia en varios tamaños, precios y marcas. «Nunca lo vendíamos, pero algunos colegios lo pidieron a los padres», afirmó la titular de una farmacia en la zona de San Diego, en A Coruña. En su tienda el gel sale por algo más de cuatro euros, pero el precio del producto varía entre 2,20 euros por el frasco de 60 ml y más de seis por la botella de 500 ml.
Empresas españolas y extranjeras se han embarcado en la última tendencia, por lo que opciones no le faltan al consumidor. Sin embargo, aunque limpiar las manos con un gel puede ser más cómodo y rápido que buscar un servicio, el efecto es el mismo que el conocido dúo agua y jabón. Además, la prisa en beneficiarse de la demanda ha hecho que muchas empresas saquen al mercado productos de calidad dudosa. Exclusivas Iglesias, una empresa de la provincia de Pontevedra que fabrica y vende suministros a farmacias, empezó a producir su gel de manos a mediados de agosto y hasta hoy ha vendido más de 300.000 unidades: «Para que sea considerado desinfectante debe llevar un volumen de alcohol de por lo menos un 60%», afirma Eugenio Iglesias, gerente de la empresa.
Publicidad confusa
La recomendación, según Iglesias, debería convertirse en una normativa del ministerio para que las personas no compren productos que no son efectivos. El problema es que los niños solo pueden utilizar un producto con nivel alcohólico tan alto si su uso es supervisado de cerca, por lo que la compra de geles menos fuertes puede acabar siendo inefectiva.
Juan Carlos Ulla Otero, ex presidente del Consello Galego de Consumidores e Usuarios, afirma que el control de los productos referentes a la epidemia debe ser aún más rígido. Uno de los ejemplos que cita Ulla es una nueva versión del pañuelo de Kimberley-Clark. El Kleenex Anti-viral promete eliminar un 99,9% de las bacterias y virus de los pañuelos.
A un coste de cerca de dos euros por un lote de diez paquetes, el nuevo Kleenex llegó a España tras una corta pero exitosa temporada en Estados Unidos, donde en seis meses Kimberley-Clark facturó 60 millones de dólares. Un poco distinto del pañuelo normal, este tiene pequeños puntos azules y una textura más suave. «El problema es que cuando usas el pañuelo y lo tiras a la basura, eliminas el virus que está en el pañuelo, pero sigues contagiando a las personas porque el pañuelo no sustituye a ningún fármaco», alerta Ulla, que considera, si no engañosa, como mínimo confusa la propaganda del paquete.
Superventas
Otras empresas también aprovechan la preocupación con el virus para facturar más. «Ahora que dicen que el espray de limpieza sin lejía desinfecta más, el producto empezó a salir más también», afirmó Mariluz, que trabaja en la parafarmacia del grupo lucense Arenal. Pero no hay producto con el sello gripe A más popular que las mascarillas, que entre abril y junio se agotaron en todo el mundo. Esta semana en A Coruña muchas farmacias esperaban que fueran entregadas, y el precio variaba entre 8,50 y 13 euros por unidad, teniendo en cuenta que cada una solo puede ser usada durante 24 horas. El alto coste de este suministro de lujo flota porque incluso China, donde la fabrican, ya no puede puede hacerse cargo de tanta demanda. «El daño es que la gente cree que con esto está protegida, y la empresa que la deja pensar eso está pecando por omisión», critica Ulla.