Magali Jaskiewicz contrae matrimonio con Jonathan George, quien murió hace un año, para que ella y sus hijos puedan adoptar el apellido del difunto.
19 nov 2009 . Actualizado a las 19:38 h.Vestida de blanco y ramo de flores en mano, una mujer francesa se casó con su novio, fallecido un año antes, en un enlace que servirá para que ella y sus hijos puedan utilizar el apellido del marido, explicó este jueves el alcalde que ofició la ceremonia.
«El 25 de noviembre de 2008 me dijeron que querían casarse y me pidieron que me ocupara de las nupcias. Él murió dos días después en un accidente de tráfico», recuerda Christoph Caput, primer edil de la localidad de Dommary-Baroncourt (este) en la que el pasado sábado Magali Jaskiewicz contrajo matrimonio con el difunto Jonathan George.
Ella vestida de novia y él con camiseta blanca -según aparecía en la fotografía que acompañó a su amada durante la tétrica ceremonia- celebraron un casamiento que no dejó espacio para la fiesta nupcial.
«No estoy de humor para hacer una fiesta. Vamos a tomar un café y a dar las gracias a los que me han apoyado», explicaba la prometida a la prensa.
Magali, de 26 años, podrá ahora adoptar el apellido George de su marido -como es tradición en Francia- pero no tendrá derecho a recibir una pensión pues el matrimonio «no tiene ninguna consideración financiera», aseguró el alcalde.
De hecho la novia se convirtió directamente en «viuda» sin pasar por la etapa en la que la mujer debería de haber disfrutado del estatus civil de «esposa».
El enlace servirá además para que Magali, que lleva tatuado en el brazo el rostro del que fue su compañero durante seis años y con quien tiene dos hijos, pueda conceder el apellido de éste a los niños, de tres años y 18 meses.
Se trata de un evento «extraño», reconoció el regidor, aunque legal, ya que desde el Ayuntamiento se envió un dossier al jefe del Estado, Nicolas Sarkozy, quien dio su consentimiento para que tuviera lugar el casamiento.
«Fue una ceremonia muy corta. Sólo leí el decreto que había enviado el presidente y le pregunté (a la novia) si deseaba casarse», resume Caput, quien recuerda que la familia del difunto esposo estaba presente en el enlace a través de la figura de su hermana, que ejerció de testigo de boda.