La Casa Real recalca que el divorcio priva al ex marido de la infanta del título si no hay ningún acuerdo en ese sentido
02 dic 2009 . Actualizado a las 04:07 h.Jaime de Marichalar dejará de ser duque de Lugo en cuanto se publique su sentencia de divorcio. O no. La Casa Real, preguntada por este punto, deja la puerta abierta: el Rey otorgó un título nobiliario a su hija, solo a ella: ni a su marido ni a sus hijos; sin embargo, si el Rey así lo desea, Jaime de Marichalar podría seguir usando en el futuro este título, aunque para ello tiene que haber un consentimiento específico del monarca. ¿Es eso posible? Sí, si se llega a un acuerdo. Lo que no se ha comentado desde la Casa Real es si realmente se está negociando este punto.
Otra opción, que tiene más éxito entre las monarquías europeas, es darle al ex yerno en este caso otro título diferente. Eso ha hecho Margarita de Dinamarca con la primera mujer de su hijo Joaquín, la princesa Alexandra, que tras el divorcio se convirtió en la condesa de Fredericksborg; o Isabel II con Diana Spencer, a la que permitió usar el Diana de Gales (como aquí el princesa de Asturias) tras su separación.
El Ducado de Lugo es un título de nueva creación que firmó el Rey en 1995 con motivo de la boda de la infanta Elena. Esta costumbre de dotar a las hijas del rey de un título nuevo al casarse la inició Alfonso XIII con el fin de dar carta aristocrática a los consortes de sus hijos, que en el caso de don Alfonso y don Jaime eran mujeres sin título nobiliario. Era una manera elegante de evitar frases como «el infante don Jaime con Emanuela de Dampierre», que así era sustituida por «los duques de Segovia» o «el infante don Jaime y la duquesa de Segovia».
El infantado no se comparte
Hay que recordar que hasta este siglo las hijas e hijos de rey se casaban siempre con algún homólogo europeo, por lo que todos eran hijos de monarcas. El modelo de Alfonso XIII lo copió su hijo don Juan con las hermanas del actual Rey, las infantas doña Pilar y doña Margarita, duquesas de Badajoz y Soria, respectivamente. También don Juan Carlos ha hecho lo mismo con la infanta Elena y la infanta Cristina, duquesa de Palma. Con el príncipe Felipe no ha hecho falta porque su esposa utiliza el título de Princesa de Asturias, pero el infantado no se comparte con el cónyuge.
La costumbre no es solo española, ya que Isabel II de Inglaterra ha hecho lo mismo con sus hijos y hasta con su nuera Camila Parker-Bowles, a la que otorgó el título de duquesa de Cornualles al casarse con el heredero.
Todos estos títulos se crearon ex profeso para la ocasión, y como nombramientos de la Casa del Rey, según un real decreto de 1987, tienen un carácter vitalicio, no perpetuo. Esto quiere decir que lo lleva la persona a la que se le dio y no su familia. Por tanto, una vez fallece el noble, el título revierte de nuevo a la corona. Si el título fuese familiar o perpetuo, el matiz es importante: los hijos lo heredarían -que es lo que ocurre habitualmente en la nobleza-.
Un título que no sea de la Casa del Rey no lo absorbe el rey en ningún caso, sino que, si queda un tiempo sin que sea reclamado, se pierde. Actualmente, ocurre con alguna frecuencia porque los títulos nobiliarios no conllevan ningún privilegio económico ni diplomático, y de hecho, al contrario, reclamar el título tiene un importante coste económico y sobre todo supone un proceso burocrático bastante complicado si no se es descendiente directo.
Otros honores
Antes de la reforma del Código Civil, los honores eran compartidos por los cónyuges, pero ahora no, por lo tanto, estos pueden utilizar el título mientras estén casados o si se quedan viudos y se mantienen en ese estado. Un ejemplo es el marquesado de Iria Flavia, de Camilo José Cela; a su muerte, el título lo ha heredado el hijo de su primer matrimonio, pero Marina Castaño puede utilizar el de marquesa viuda de Iria Flavia siempre y cuando no se case.
Otros aspectos del divorcio de los duques de Lugo no han trascendido hasta el momento, como son la titularidad de los regalos u honores que Jaime de Marichalar haya podido reunir durante su matrimonio. En este capítulo, también destaca Dinamarca, ya que la condesa de Fredericksborg se ha quedado con los honores recibidos, entre ellos una diadema de diamantes de su ex suegra o la Orden del Elefante, la más alta condecoración del Reino de Dinamarca. En este sentido, la casa real danesa reconoce que se está actuando sobre la marcha ante la falta de antecedentes.